lunes, 19 de julio de 2010

Cabezas de ratón, colas de león

Cabezas de ratón

Antonio García Velasco

Nos cuenta la prensa que, desde el Parlamento Europeo, Vidal Quadras hizo un análisis del Estatut y de la sentencia del TC. Comentó que cuando el texto entró en vigor "dinamitó la Constitución del 78" y "transformó España en una confederación", con aspectos tan discutidos como el sistema de financiación, la lengua, el sistema educativo o la bilateralidad. "El tribunal lo que ha hecho es intentar minimizar el daño, pero sólo en parte, porque el texto es inconstitucional desde el Preámbulo hasta la última disposición". También alertó de que su mera existencia "incita a otras comunidades a pedir lo mismo", lo que supondrá "el fin de España como nación y el cuarteamiento del Estado hasta hacerlo inoperable". "Es una bomba que ha estallado", sentenció.

Son opiniones de un miembro del PP –o del PP catalán-, aunque hable desde una perspectiva europea. Otro más con la idea de la España deshecha, desmembrada, dividida. Algunos dicen “Se aprueba el Estatuto y, ¿veis?, no ha pasado nada, España no se ha desmembrado ni mucho menos”, como si el proceso fuese el huevo que se echa a freír con el aceite bien caliente. Y el proceso, si no se remedia, es lento, progresivo e inevitable: los políticos prefieren ser cabeza de ratón –yo mando, yo dispongo, yo presido- a cola de león, siempre subordinados a otro u otros. Van a lo suyo y cínicamente hablan en nombre del pueblo, pero sin el pueblo, porque éste siente de otra manera, desea cosas muy diferentes y sus problemas van quedando sin solución. O agravados. A ellos, poco les importa: van a lo suyo y a vivir y medrar que son dos días. O sea, cuatro años de legislatura, con derecho a prórroga, en que les dejamos hacer, pues este sistema democrático sólo consiste en votar para que unos cuantos decidan quien gobierna y, decidido el gobernante, que éste haga y trate de deshacer, imponga su dictado –ya dijo Franco que todo estaba atado y bien atado, y nunca le dimos demasiada importancia a la frase, alucinados por la apariencia de democracia formal. Pero poco ha cambiado la familia política, llámese con las siglas que sean. Y menos ha cambiado la mentalidad de los gobernantes, pues, en su fondo siempre habita un dictador. A veces, incluso, con berrinches y dictaduras de niño caprichoso, testarudo y malcriado.

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