domingo, 22 de julio de 2012

Emigrantes cualificados

Emigración del talento

Antonio García Velasco

 Del talento, no del talante. Mi amigo Tomas está que trina: su hijo terminó la carrera y un máster que le ha costado un dineral, por el que todavía está pagando el préstamo personal. Y, ahora, como Tomasín no encuentra trabajo en España, ha decidido marcharse a Austria Leyó el joven en su tableta que Austria, con una tasa de paro del 4%, precisa profesionales cualificados, como ingenieros industriales e informáticos, sobre todo técnicos, y que hablen inglés muy bien”. “Papá, y yo hablo bien inglés, un poco de alemán y soy ingeniero”.

-Bien que me ha costado los buenos cuartos tu carrera y tus clases de inglés y de alemán. Y el máster y la madre que parió a tantas exigencias.

-Papá, no te cabrees. Aquí no hay trabajo y, se puede decir, que hoy en día no existen distancias, que estamos a un tiro de piedra de cualquier parte del mundo.

-Prefería tenerte a la vuelta de la esquina.

-¿Sin trabajo? España no levanta cabeza entre tanto paro, tanta economía sumergida, tanto dinero en paraísos fiscales y tantísimos recortes y subidas de impuestos. Se le echa la culpa al déficit, pero aquí tenemos una administración desbordada, más administradores o políticos que administrados y bienes administrables. Poco arreglo nos queda, papá.

-Pero es lamentable que nos gastemos los cuartos en la formación de jóvenes como tú para que os vayáis al extranjero a rendir beneficios a los foráneos.

-Muy lamentable, pero ¿qué hago si no me voy? ¿Brazo sobre brazo y viviendo de vuestra pensión, papá? También recortada, por cierto, ya sea por la subida de impuestos, ya por la pérdida de poder adquisitivo. ¡Esto tiene difícil solución!

Y Tomás sigue trinando y mucho más hoy, cuando su hijo cogió el petate y pasó a la zona de embarque del aeropuerto para volar hacia Austria.

-Son los tiempos, Tomás, son los tiempos.

-¡Y la política! –exclamó mi amigo con lágrimas en los ojos, abrazado a su esposa, la madre del chico, que, sin palabras, lloraba desconsoladamente.

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