martes, 17 de enero de 2017

34 Un final para el amor de Halewa


Un final para el amor de Halewa

Antonio García Velasco



En aquel tiempo, Córdoba era la ciudad más importante del mundo. Su rey Hixcén poseía un harén prodigioso donde podía hacer realidad todos sus sueños de placer. Los jardines de su palacio poseían baños de marmóreas pilas, con adornos y plantas de exquisitos cuidados y esplendores. Un buen día, entre sus mujeres, descubrió a la hermosa Halewa y tal fue su enamoramiento que mandó a sus mejores arquitectos que construyeran un templo regio para ella, convertida en ídolo. Un día que el glorioso rey buscaba, ansioso de halagos y cariño, los amantes brazos de su enamorada, se encontró que las selectas flores que él había enviado a su amada coronaban las sienes del esclavo que tenía el encargo de guardar a la hermosa Halewa. En aquel momento, lleno de ira, Hixcén tomó la feroz cimitarra y destrozó al muchacho. A ella, por su mandato, la llevaron seis esclavos negros a la más tenebrosa de las mazmorras.


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