lunes, 17 de abril de 2017

Microrrelato 124 El deshollinador gamado


El deshollinador gamado

Antonio García Velasco



Se dedicaba a deshollinar los humeros de las casas de la urbanización residencial. Todas las viviendas, lujosas y bien amuebladas, tenían su chimenea para los fríos días de invierno. A él llamaban un año tras otro para que dejase limpios los hollines acumulados en los conductos. Pero tan sólo en casa del conde de Gorcilla se dejaba ver las cruces gamadas que llevaba tatuadas y por las que, al parecer, le llamaban El Gamado. Una mañana que se encontraba sola en la residencia, la hija del conde tuvo el capricho de ver los tatuajes del deshollinador. Le exigió que primero se duchara para que no le quedaran ni rastros de tizne. Luisa María de Gorcilla y Vega comprobó que las cruces eran imborrables. "El año que viene limpiarás los humeros y yo volveré a ver que las cruces permanecen en tu piel", dijo al despedirlo.

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