Emigración del talento
Antonio García Velasco
-Bien
que me ha costado los buenos cuartos tu carrera y tus clases de inglés y de
alemán. Y el máster y la madre que parió a tantas exigencias.
-Papá,
no te cabrees. Aquí no hay trabajo y, se puede decir, que hoy en día no existen
distancias, que estamos a un tiro de piedra de cualquier parte del mundo.
-Prefería
tenerte a la vuelta de la esquina.
-¿Sin
trabajo? España no levanta cabeza entre tanto paro, tanta economía sumergida,
tanto dinero en paraísos fiscales y tantísimos recortes y subidas de impuestos.
Se le echa la culpa al déficit, pero aquí tenemos una administración
desbordada, más administradores o políticos que administrados y bienes administrables.
Poco arreglo nos queda, papá.
-Pero
es lamentable que nos gastemos los cuartos en la formación de jóvenes como tú
para que os vayáis al extranjero a rendir beneficios a los foráneos.
-Muy
lamentable, pero ¿qué hago si no me voy? ¿Brazo sobre brazo y viviendo de
vuestra pensión, papá? También recortada, por cierto, ya sea por la subida de
impuestos, ya por la pérdida de poder adquisitivo. ¡Esto tiene difícil
solución!
Y
Tomás sigue trinando y mucho más hoy, cuando su hijo cogió el petate y pasó a
la zona de embarque del aeropuerto para volar hacia Austria.
-Son
los tiempos, Tomás, son los tiempos.
-¡Y
la política! –exclamó mi amigo con lágrimas en los ojos, abrazado a su esposa,
la madre del chico, que, sin palabras, lloraba desconsoladamente.
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