El platillo volante
Antonio García Velasco
Como
no sabía distinguir unos animales de otros, trató de jugar con un jabalí, que
le dio un buen susto. Escapó de milagro de sus colmillos. Cuando sintió hambre,
no se atrevía a comer nada, pues no conocía ni plantas ni frutas comestibles.
Se encontraba en una situación muy desesperada. Unos seres extraños, erguidos
sobre dos piernas no le ofrecieron demasiada confianza y se ocultó al verlos.
Daban tumbos al caminar y se reían alocadamente. Se pasaban una botella y
bebían un trago de licor. Reían. Al punto apareció el platillo volante que le
trajo la salvación.
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