Tentaciones
Antonio García Velasco
Había ido a la playa, como de costumbre. Hacía
un poco de frío, pero se tumbó en la toalla sobre la arena para aprovechar los
rayos de sol que traspasaban las nubes. Cuando la joven se despertó, tiritando,
encontró que no tenía ni bolso y ni ropa. Sólo el robo podía explicar lo
ocurrido. La gente la miraba caminando apresurada hacia su casa, muerta de
vergüenza y de frío. Él, al verla desasosegada, le ofreció la chaqueta, de la
que ya se despojaba. Ni caso. "Vivo en este bloque -insistió él-, te puedo
brindar ropa y, para comer, tengo lentejas". Ni ella misma se explicaba si
aceptó por el vestido, por la comida o por el atractivo demonio que la tentaba.
No hay comentarios:
Publicar un comentario