El truchimán
Antonio García Velasco
Ella
permanecía en su salón privado, tumbada en el sofá viendo la televisión.
Deslizaba su atención o desatención por las numerosas cadenas hasta darse
cuenta de que todas remachaban sobre las mismas trágicas noticias. De pronto se
detuvo en las declaraciones de un escritor cuyo seudónimo era Marcelo Fuentes.
Quería desmentir lo que decían por televisión, acusando a los poderes de
manipuladores que pretendían conmover a la opinión pública para justificar
medidas encaminadas al control de la población y a disuadir de cualquier
intento de levantamiento o rebelión ciudadana. Aunque después otros
contertulios lo llamaron truchimán, a ella, aquellas declaraciones del
novelista le hicieron pensar: recordó un pato rebozado en alquitrán cuya foto
se elaboró mucho antes de los hechos acusadores que trataban de demostrar con
la imagen. Apagó la televisión y se puso a leer un libro sobre filosofía y
literatura universal.
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