El comentario de los Rayas
Antonio García Velasco
Notable resulta que siempre hable del
pauperismo del país, que lo que denuncie, que reclame soluciones inmediatas,
mientras él cobra una sobresaliente cantidad mensual por el mero hecho de ser
diputado al parlamento. Justifica su trabajo hablando de los menesterosos, a
quienes, en la realidad, no conoce. Se lo dijeron así y, entonces, fue a
visitar a la familia que más fama tenía de pobres. Buscó los datos en los
ficheros más recónditos: niños en el comedor escolar, pues los padres sólo
disponían de nómina de cuando en cuando; cobros de desempleos desde tiempo
inmemorial; vivienda proporcionada por el ayuntamiento; asistencia frecuente al
comedor social...
-No puede haber otros que pertenezcan
con más causa al pauperismo de estos lares -se dijo. Y tomó la determinación de
visitar la vivienda.
La televisión plana con la última
tecnología fue lo primero que golpeó su rostro; teléfonos móviles de alta gama de
los que él mismo no tenía noticia aparecieron en los bolsillos de cada uno de
los miembros de la familia, incluida la niña de diez años; colgantes de oro
macizo en el cuello de los mayores; un paraguas con empuñadura dorada en el paragüero
de la entrada...
-Se supone que sois pobres...
-Y lo somos -explicó el padre-. Ni
oficio ni beneficio tengo, parado llevo más de dos años.
-Pero, todo esto...
-¡Bah, caprichitos!... Que también
los pobres tenemos derecho a disfrutar los adelantos... ¿o no le parece justo?
-Si, claro -dijo el político-. Y
tanto que me alegro, porque creo muy justo acabar con la pobreza, con la
miseria toda... Derecho no hay a que haya personas en la indigencia.
Se despidió confundido. "¿Cómo
explicar lo que he visto, cómo?", se preguntaba una y otra vez.
Al día siguiente, en el parlamento,
se informó de una serie de medidas para acabar con la economía sumergida. La
televisión dio la noticia de la intervención policial llevada a cabo contra la
distribución de estupefaciente. Entre los detenidos quiso reconocer al padre de
la familia que había visitado. A los dos días, un parlamentario murió a manos
de unos pistoleros que lo esperaban a la salida de su casa. El asunto del
terrorismo llenó las portadas de los periódicos y abrió el sumario de los
telediarios y noticieros radiofónicos durante una semana.
"Ha encontrado su merecido. Vino
a visitarnos como si fuese un caritativo defensor de los pobres y luego dio el
chivatazo a los guardias. No tiene perdón... Ni hablar, que muerto y bien
muerto está". Fue el comentario de los Rayas.
A veces caemos en la tentación de formar burbujas paralelas e impermeables a la gran burbuja del mal. Nos equivocamos. Sí, nos equivocamos aunque necesitemos ese error como refugio.
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