El poema romántico
Antonio García Velasco
Una
tarde lluviosa, cuando el tráfico se hace infernal porque la gente saca el
coche en vez del paraguas o el impermeable, un poeta se aproximó a los hierros
de la cerca que defendía la Casa del Jardín Circundante. Como si la llovizna no
le afectara, la joven paseaba confusa y blanca, una sombra fantasmal que
recorría el vergel. La llamó por su nombre y ella acudió ofreciéndole la mano
entre los barrotes. El poeta se volvió también confuso y blanco y atravesó la
cerca como un espíritu de luz. Mientras mujer y poeta vivían su aventura de
amor espectral, el tráfico en la ciudad continuó siendo una horrible pesadilla.
A la mañana siguiente, los periódicos dieron la noticia de la muerte, en
estúpido accidente de coche, de una joven promesa de las letras nacionales,
autor de exitosos poemarios.
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