Fastos
Antonio García Velasco
Le
tocó la lotería y se sintió bastante desgraciado, ya que tanto dinero le haría
cambiar su vida sencilla, interesante y parcialmente feliz. Tenía bastante con
su trabajo y sus entretenimientos informáticos: correos electrónicos,
relaciones en Facebook, twitter y otras redes sociales, sus navegaciones por
páginas web, sus videojuegos, sus pequeñas travesuras de hacker... No necesitaba más. Salvo el amor. Y Elena Trigo
lo comprendía, lo aceptaba, lo amaba a su manera. Fue ella quien le dijo:
"Debes cobrar el premio antes de que caduque. Luego decides". Fueron
millones los que cargaron en su cuenta bancaria. La primera compra fue un
regalo para la joven: un esplendoroso juego de joyas: diadema, collar,
pendientes, broche, anillo... También un coche. Decidieron casarse. Ella
comenzó a vivir como una reina. Él, como un proscrito pegado a la pantalla de
un moderno ordenador.
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