Desquiciamiento
Antonio García Velasco
No era la luz divina. Se trataba sólo del
rayo más intenso de la tormenta. Su desquiciamiento, en cambio, operó la
transformación en su mente. A partir de ese instante, comenzó a mostrarse como
un iluminado. Los iluminados son fanáticos por naturaleza. Se creen elegidos
por Dios y, en consecuencia, viven sus ideas como verdades absolutas,
indiscutibles y destinadas a ser impuestas al resto de los mortales. De este
modo comenzó a ejercer su cargo ostentando una superioridad extrema, muy por
encima de lo aceptable. Cierto es que el poderoso ejército de su nación le
permitía el uso de la fuerza contra cualquier oponente. Y se subió tanto y tan
alto que, naturalmente, en la caída, el descalabro fue absoluto. Ni en su
propia familia pudieron aguantarlo. Hoy vaga todavía creyéndose un dios
destronado por la maldad de los seres humanos. Y confía en que llegará el momento
cumbre de su triunfo y gloria. Pobres, obviamente, de quienes encuentre en su
camino y se muestren dispuestos a escuchar sus divinas peroratas.
como decía Quevedo la soberbia nunca baja, siempre cae, buen relato Antonio
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