Sesión psiquiátrica
Antonio García Velasco
Si
hez se llama a lo más vil y despreciable, Emilio, en sus momentos de lucidez,
se consideraba la hez de la hez, el poso de las heces, la vileza de los más
despreciables y viles. Pero, ¿por qué?, le preguntó el psiquiatra. Respondió el paciente:
"Porque lo único que me divierte es conturbar, inquietar, alterar,
intranquilizar a los demás". Mientras lo decía y el experto anotaba en su
cuaderno, sacó una rata de su bolsillo y la dejó suelta por la consulta. "¡Ah!",
gritó el facultativo al verle los morros al roedor. "¿Qué le ocurre, don
Segismundo?", preguntó incorporándose de la tumbona. "Una rata en mi
despacho, una rata asquerosa, por allí", señalaba el rincón por donde el
animal había huido. El paciente aguantaba a duras penas la risa, hasta que el
experto le abrió la puerta gritando: "Largo, ahora mismo, largo de aquí,
no quiero volver a verlo". Emilio abandonó el lugar desternillándose de la
risa.
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