El acordeón de la popularidad
Antonio García Velasco
Había
una vez un {rey, presidente, dictador, caudillo} que no era muy popular ni muy
querido por los habitantes del País. El músico que ya conocemos llegó a la
capital dispuesto a interpretar sus melodías con un acordeón inventado por él.
Como su música era encantadora, las gentes acudían, como siempre, en tropel,
para escucharla. El {rey, presidente, dictador, caudillo}, al darse cuenta de
la popularidad del acordeonista, decidió llamarlo a su palacio. Su intención
era comprarle el acordeón, aprender a tocarlo y, de ese modo, ganarse la
popularidad perdida. Mandó, pues, al capitán de la guardia personal a que
buscase al músico. Lo encontró en una plaza rodeado de una gran muchedumbre que,
como siempre, escuchaba boquiabierta y entusiasmada. El capitán y sus soldados
interrumpieron el concierto y se llevaron al músico a la fuerza. El {rey,
presidente, dictador, caudillo} consiguió el acordeón, pero el acordeonista no
le enseñó a tocarlo. La impopularidad del {rey, presidente, dictador, caudillo}
fue todavía más grande.
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