La tertulia televisiva
Antonio García Velasco
Dijo
el primer contertulio, según contamos desde la izquierda: "Povea rravebre
tatropo". Y respondió el cuarto; "Potofis chabun rrarramo". Y,
el tercero levantó la voz para increpar: "¡Motroa potaso nafisso!" Y
apuntó el segundo con parsimonia: "Losove podona lomolo". Por primera
vez, eran breves y concisos en sus intervenciones, pero, aun así, el
telespectador se sintió molesto con la palabrería y pulsó el botón del mando a
distancia para apagar la televisión. Pero la pantalla seguía empeñada en
presentar "Nuestra supersónica exclusiva". De nuevo pulsó el botón de
apagado y, otra vez, bombardeó el anuncio. Le fue imposible desconectar y
siguió escuchando sandeces: aleves coléricos, devaluar una coprófaga, distraídas
para los interesados, supersónicos divinos, lepidóptera por estos hidrófobos…
No podía más y, en vez de tirarse por la ventana, se marchó al parque a
contemplar las flores y leer un libro de microrrelatos.
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