Salmonete vikingo
Antonio García Velasco
Comenzó
exhibiendo al sol sus hermosos muslos nórdicos. Posteriormente se desprendió de
la blusa que cubría su tronco. Sus níveos pechos quedaron al descubierto. Se
tumbó sobre la toalla en la arena del Sur. No quiso que le aplicase crema protectora,
pero, lo invitó cariñosamente a tumbarse a su lado. Después de unas horas en
las que alternaron quietud, arrumacos, baño, ingesta de frutas y patatas chips,
jueguecitos eróticamente intencionados…, ella tomó el color de un salmonete. Lo
que prometía ser una jornada de amor vikingo se convirtió en una larga espera
en la sala de urgencias del hospital comarcal.
Lo que tiene no tener a mano crema solar...¡qué cosas!
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