jueves, 2 de marzo de 2017

Microrrelato 79 Decreto del Olimpo


Decreto del Olimpo

Antonio García Velasco



En el momento en que Ángela tomaba el sol en la terraza, una bandada de fisirrostros sobrevoló sobre la casa. Aquellas aves de pico corto y vientre suelto dejaron su huella estercórea sobre el cuerpo desnudo de la mujer. Sintió un asco nauseabundo cuando se dio cuenta de los excrementos sobre piernas, vientre y brazos. Acudió a la ducha directa y precipitadamente, temiendo que su organismo absorbiese las heces venidas del cielo. Recordó la convertibilidad de Zeus que poseyó a Leda transformado en Cisne; a Dánae, en lluvia de oro, y, en forma de toro, raptó a Europa, a la que también violó. Lo del dios griego le pareció un prevaricato indigno. Pensaba en ello mientras se duchaba y, al terminar, no podía abrir la mampara: sufría un encierro decretado por el Olimpo. Podemos relatar las hazañas de un dios, pero no calificarlas de delito o abuso.


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