Antibióticos
injuriosos
Antonio García Velasco
En
principio, los llamaron injuriosos porque, en vez de curar las enfermedades
infecciosas, aceleraban su gravedad. Los investigadores sospecharon, como en
otras ocasiones, que algunos fabricantes escatimaban los principios activos de
las cápsulas, bebibles o inyectables. En los laboratorios de un hospital
hicieron pruebas y descubrieron la resistencia de las bacterias a los
antibióticos. Cundió la voz de alarma. Todos los medios comenzaron a hablar de
la amenaza y, en las tertulias televisivas o radiofónicas, los alarmistas se
llenaron la boca dibujando el apocalipsis con el fin de humanidad como, en
tiempos remotos, tal si ellos hubiesen estado presentes, ocurriera la
desaparición de los dinosaurios. "En breve, encontraremos los antibióticos
eficaces contra esas bacterias resistentes a los actuales", anunció el
Premio Nobel de Medicina. Respiramos de nuevo el aire de la esperanza. El
descubrimiento se produjo, en efecto, pero sólo sospechábamos que nos venderían
el nuevo medicamento a precio tan injuriosamente alto. Muchos piensan
-¡horror!- que todo fue un montaje de ciertas multinacionales farmacéuticas
para incrementar sus ganancias millonarias.
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