El vigilante órfico
Antonio García Velasco
El contador
órfico llegó a la conclusión de que ellas fueron las oncenas checoslovacas que
habían cruzado el umbral de aquella mansión. Llegaban siempre de dos en dos,
entraban juntas y salían cada una por una puerta. ¿Quién las había llamado,
quién las esperaba dentro? ¿Cuáles eran sus quehaceres en el interior? Si checas
habían sido once parejas, las de otras nacionalidades eran ya de número perdido
en la memoria. ¿La vigilancia órfica estaba relacionada con la pureza sexual de
Orfeo? ¿Acaso querían conocer si el dueño de la mansión era digno de pertenecer
al Orfismo? ¿Eran las mujeres tentaciones provocadas intencionadamente? Ellas,
una vez que abandonaban la casa, desaparecían sin dejar huella. De las
perseguidas se perdía su rastro siempre. Consiguieron, sin embargo, interceptar
a Miluska Kres, que se limitó a decir: “Experiencia divina, imposible contar”.
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