Relativismo
Antonio García Velasco
Dije:
-Basta que se
resquebraje y caiga una columna del peristilo para que se resienta todo el
edificio.
Respondió:
-Pero no basta con
que se descubra un corrupto para acabar con toda la corrupción.
Insistí:
-Una sola columna
caída amenaza toda la edificación.
Su respuesta fue:
-Depende de la
fortaleza de la arquitectura general.
Reconocí su
argumento:
-Una golondrina no
hace verano.
Volvió a decir:
-Depende de la
fortaleza de la arquitectura general, del tamaño de la edificación, de las
medidas de seguridad y refuerzo con las que cuente cada unidad.
Repuse:
-Dicen que una
manzana podrida en un cesto pudre todas las manzanas del mismo.
Replicó:
-Si no se saca a
tiempo la podrida o se consumen las sanas.
Pregunté:
- ¿Estás
defendiendo la relatividad?
Reconoció:
-Sí, cierto. Hay
parte de cierto en la idea de que todo es relativo.
Comenté:
-Pero existen
fanáticos que nada dudan, que se creen en posesión de la verdad, que jamás se
preguntan por la certeza o no certeza de sus creencias.
Me dio la razón:
-Claro, piensan que
solo existen verdades absolutas, las suyas, las que le transmitieron sus
profetas o evangelistas, las que aprendieron de pequeños o en posteriores
adoctrinamientos.
Pero no tuve tiempo
de replicar, pues la había visto, hermosa y sonriente, y se marchó a su
encuentro: por aquellas fechas estaba convencido de la firmeza de su amor.
Sobre todo, porque ella le correspondía.
Sólo un tiempo
después, nos encontramos y reconoció que bastaba una columna deteriorada en un
peristilo para la ruina de un edificio.
Dijo:
-Ella me ha
abandonado.
Respondí:
-Una reparación
puede provocar el resurgimiento del esplendor de un edificio.
Y contestó:
-El amor no es un
edificio. El amor es un estado sentimental que puede arruinarse con cualquier
decepción.
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