Poema inacabado
Antonio García Velasco
Se le perdió una palabra que antes había
acariciado entre sus manos como una paloma de esperanza y expresividad. Ni en
el diccionario, ni en Internet, ni en el procesador de textos de su ordenador,
ni, por supuesto, en su memoria pudo encontrarla.
Durante los días sucesivos, encaminó sus
mejores esfuerzos intelectuales a localizar el término perdido y resultó una
meta inalcanzable. Un dragón de siete cabezas amenazantes es, para un poeta,
perder una palabra, no encontrar la voz precisa, adecuada, propia para el
espacio en blanco que completaría el verso, dando expresión a su
sentimentalidad y visión del mundo. Quedó, pues, como un barco varado en un
banco de arena por la bravura de una tormenta.
Repasó en el vocabulario aprendido en
otros idiomas por si, acaso, pudiera importar el término extraviado. Sin
resultado. Releyó a clásicos y modernos por si alguno la había utilizado y la
lectura le devolviese su pérdida.
Su drama no era explicable ni podría ser
compartido. ¿Acaso otro poeta lo podría entender? No se atrevió a hacer la
prueba. Su composición quedó inacabada, aunque, en el momento mismo de su
muerte, aquel término perdido iluminó su despedida.
Un problema grande que no lo arregla un (buen) sinónimo.
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