El bardo del centro de acogida
Antonio García Velasco
Cuando fui como voluntario para ayudar en el
centro de acogida, tuve la suerte de encontrármelo. Me dijo en correcto español
que era un bardo moderno, o sea, un poeta de ascendencia celta. Hablamos mucho
durante los días de mi voluntariado, tanto de refugiados, condiciones de vida y
derechos humanos como de poesía y literatura en general.
Una tarde, conseguí los permisos necesarios para
que viniese conmigo al Ateneo. Pasé por la joyería a hacer unos recados para mi
hermana y, luego, llegué a la librería para recoger un volumen que tenía
encargado.
Ignoro como se las arregló, pero en la joyería
trasladó a sus bolsillos un carísimo anillo y, en la librería, sustrajo las
poesías completas de Luis Cernuda, en un grueso volumen.
Me dijo a modo de explicación:
-El de la joyería no se va a arruinar y el robo
de libros siempre está perdonado, en tanto que resulta un acto de difusión de
la cultura. Y no existe causa más bella, después de la causa útil de dar de
comer al hambriento.
-Espero que no me culpen a mí, que son amigos los de la joyería.
-Honorable señor, no le culparán a usted, aunque
sospechen de su acompañante.
-Confiemos en que no nos relacionen con el robo.
Llegamos al Ateneo donde estaban invitados a leer poesía dos
conocidos autores de la ciudad. Yo debía presentarlos y, con el permiso de los
invitados, conseguí que mi bardo leyera, en voz original y en versión española,
uno de sus poemas:
Hiciera un hurto y mil robos
por tu mano delicada.
Para pedirte limosna
de amor y de dulces labios.
Acéptame este regalo
conseguido para ti.
Por favor, no lo rechaces.
Quiero ponerlo en tu mano.
El muy lerdo dijo que los versos los había
improvisado para mí y que, por mí, volvería a robar. También quiso regalarme el
libro de Cernuda.
-Te has confundido, amigo. Tengo una esposa y
dos hijos.
Se volvió corriendo, decepcionado, al centro de
acogida. Aunque sigo con mi labor de voluntario, no lo he vuelto a ver.
Al final el bardo prefirió el bar del centro de acogida.
ResponderEliminarBuen micro.
El bardo se enamoró equivocadamente. Pobre decepcionado y, encima, refugiado. Gracias, Víctor.
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