Cepillado
Antonio
García Velasco
Sufría
espasmos gastrointestinales y su abuela le procuró el remedio a base de
infusiones de la alhucema que recogía en el bosque cercano. En otra ocasión, se
arañó las piernas al caer por un terraplén y, de nuevo, los lavados con la
infusión prodigiosa sirvieron de antiséptico y curación. No le cupo la menor
duda de que su abuela era una bruja, con grandes conocimientos de plantas
medicinales.
-La
sabiduría de mi abuela es prodigiosa -comentó en el colegio. Y no había terminado
su enunciado cuando ya estaba arrepentido de lo dicho, pues, le habían
explicado sobre la persecución de brujas por la Inquisición.
-De eso
hace mucho tiempo, Alfonso. No debes preocuparte -le dijo Ramiro con afanes
tranquilizadores. Y, ahora atiende a lo que explica el profesor de lengua sobre
la síncopa.
-¿Eres
una bruja, abuela? -le espetó en la primera ocasión a la madre de su madre.
La
mujer se echó a reír.
-¿Quién
te ha dicho semejante cosa?
-Te lo
pregunto, simplemente.
-Alfonso,
tengo conocimientos de plantas medicinales, remedios antiguos que se
proporcionaban de manera natural. Mi madre me los transmitió como legado
familiar y yo, si quieres, te los puedo proporcionar a ti, como procuro
enseñárselos a tu madre, sin éxito, por cierto.
-Bueno,
abuela, me gustaría saber tanto como sabes tú.
Complacida
la señora, desde aquel momento, comenzó sus lecciones de medicina natural. Ella
tenía remedios para múltiples enfermedades conocidas y, estaba segura de que la
Naturaleza escondía la solución a todos los males.
-...
sólo los revela a quien atiende a las propiedades de las plantas. A los capaces
de observar...
-¿A los
médicos?
-¡Ah,
los médicos! Claro que también. Pero ellos en sus afanes de brujos de la tribu
han desnaturalizado la curación de enfermedades con extracciones,
sublimaciones, manipulación. Han creado una ciencia que pretenden que esté sólo
a sus alcances. Ellos y los farmacéuticos o farmacólogos.
-Nada
entiendo, abuela.
-Es
igual, Alfonso, ya lo entenderás. Ahora atiende a lo que te explico.
El niño
creció en conocimientos de plantas medicinales. Pero también cursó la carrera
de medicina. Después, en el ejercicio profesional, procuraba siempre recetar
remedios naturales. Trataba de convencer a sus colegas de la bondad de la Naturaleza,
donde estaban todas las soluciones. Los laboratorios de farmacia se planteaban
si ficharlo para aprovechar su sabiduría o...
-...cepillárselo
y borrarlo del mapa -apuntó el Maquiavelo de turno.
Provenimos y nos desenvolvemos en un medio natural: el planeta Tierra. Por muchos artificios con que la adornemos en la naturaleza late la vida. Resulta coherente buscar en ella la fuerza para afrontar el día a día. En el reverso de la moneda hay un bajorrelieve de ambición. Pero, aun con ese yugo, sin querer pensar en ello, seguimos respirando trece veces por minuto. Pese a quien pese, cuanto más limpio mantengamos el aire, mejor
ResponderEliminarToda la razón, amigo.
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