Exquisitos modales
Antonio García Velasco
Apareció con un
ramo de rosas cortadas con alevosía y cuidado en la rosaleda de los jardines
públicos. Cuando su amiga le enseñó los adornos de su nuevo vestido, se encajó
los guantes en las manos para apreciar la textura de la blonda sin exponerla a
mancha o roce inadecuado. Y ya que los tenía puestos, le hurtó, sin dejar
huellas, un collar de perlas a la anfitriona. Ésta quedó admirada de la
primorosa delicadeza de su invitada y no tuvo inconveniente en convidarla otra
tarde a tomar un té en su salón.
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