viernes, 2 de febrero de 2018

33 Relación condicionada


Relación condicionada

Antonio García Velasco



La llamaban compartidora desde el momento en que descubrieron que compartía su pareja con otra mujer. Ésta comprendía que era la forma más fácil de satisfacer sus necesidades sexuales. O pagaba a un gigoló o aceptaba la propuesta ofrecida por su hermana. No disponía de dinero para la primera opción. En nada era agraciada: ni cara bonita, ni tipo bien proporcionado, pechos pequeños... Laura, por el contrario, era una miss con belleza de concurso, aunque nunca había querido competir: guapa, esbelta, bien proporcionada.

-Una condición te pongo, Gerardo: que, cuando ella lo requiera, vayas a retozar con mi hermana.

-No te comprendo, Laura.

-Ya sabes como es. Y tiene las mismas necesidades que cualquier mujer. Si vas con ella, me tendrás completamente entregada a tus satisfacciones.

Totalmente enamorado de Laura, apasionado por su ser, Gerardo terminó aceptando la insólita proposición.

-Primero con ella y, después, conmigo.

El hombre acudió a casa de Ernestina, que lo esperaba con la casa a tenue luz, en ropa ligera, con una música íntima e incitadora, con una copa de licor y un brindis. Se mostró cariñosa y él, que, en principio, sentía la cáscara de los prejuicios y el rechazo, tras apurar el néctar ofrecido, respondió a las provocaciones.

-¡Oh, Gerardo, ha sido maravilloso! -exclamó ella.

-No, no ha estado mal.

-Te aviso para la próxima vez.



Cuando volvió a casa de Laura, ésta ya había recibido la llamada de su hermana, con el relato de los hechos, con la confesión eufórica y feliz de lo bien que lo había pasado. La bella miss escuchó los detalles del encuentro y comenzó a experimentar el zumbido de la excitación.

-Gerardo, vamos -dijo sin más, arrastrándolo a la habitación.

Pero el cuerpo de Gerardo no respondía ni a la belleza de ella, ni a su estriptis, ni a los besos, ni a las caricias.

-¿Tan agotado te ha dejado mi hermana?

-Supongo que sí, Laura querida. Supongo que sí. Me ha exprimido como a un limón.

-Mañana será otro día -respondió la mujer, resignada, comenzando a vestirse.

Durmieron uno junto a otro, en un roce estéril e impreciso: ella decepcionada; él, exhausto e invadido de un sentimiento agridulce. Por la mañana, no obstante, tras el desayuno, Laura y Gerardo consumaron la relación. Ella no experimentó la intensidad del placer que le había relatado Ernestina y él no quedó tan satisfecho como la noche anterior: ni había experimentado los mismos impulsos ni la necesidad de repetir dos veces más como ocurrió con Ernestina.



Los episodios se sucedieron y Gerardo, cuando iba a casa de Ernestina, con la copa, la música, la ropa ligera que la cubría, terminaba siempre entregado con una pasión fuera de lo común. Tras tales encuentros, Laura encontraba un hombre deshecho, incapaz de erección satisfactoria, mohíno y desganado. Se acercó a casa de su hermana y descubrió la sustancia que disolvía en la copa previa. Experimentó también con la media luz, la música íntima e incitadora, la ropa insinuante y la copa de la magia.

-¡Oh, Gerardo, Gerardo, hoy sí que me has satisfecho! -exclamó tras la prueba con los procedimientos de su hermana.

-¿Habremos encontrado, al fin, la clave de nuestra relación? -preguntó el hombre.



Gerardo mantuvo durante algún tiempo las relaciones con las dos hermanas. Adelgazaba de manera alarmante y decidió tomarse unas vacaciones en un monasterio, alejado de mujeres, copas y músicas que no fuesen cantos de oración y penitencia.




3 comentarios:

  1. Una relación, por lo que leo, condicionada, compartidora pero también impositiva. Con triple imposición: "Primero con ella y, después, conmigo"; el preparado para espolear la lívido; un secreto sólo entre dos cuando se conforma un trío. E, igual que el ayuno moderado mejora la salud corporal, el exceso de lujuria impele a un celibato con fecha de caducidad pero apetecido. No por repetirla pierde credibilidad afirmar que en el equilibrio residen los cimientos de nuestro objetivo último, quizás único: la felicidad.

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  2. Nada con exceso, ¿verdad? ¿Qué será de Gerardo cuando vuelva, si es que vuelve, de su retiro?

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    1. Posiblemente, tendrá que recurrir de nuevo al retiro, otra vez extenuado.

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