sábado, 3 de febrero de 2018

34 El discurso oprobioso


El discurso oprobioso

Antonio García Velasco



Primero escogía las palabras, las mimaba, las acariciaba, las estudiaba, profundizaba en su esencia. Después, las barajaba, las ordenaba, las apilaba cuidadosamente, procuraba montar con ellas el palacio, la mazmorra, el monumento, la muralla, las frases expresivas y correctas.

-Constituye delito de lesa humanidad construir textos oprobiosos por su forma o su fondo -afirmaba.

-¿Y si son oprobiosos para las actitudes dictatoriales?

-El dictador se encargará de vengar la ofensa. A menos que la construcción sea tan sutil que, aun mostrando la verdad, el tirano no la perciba. Ni los mastines de su montaje censor. En tal caso la obra perdurará en el tiempo.

-Fosco resulta tu discurso.

-Tampoco necesita la meridiana claridad del mediodía mediterráneo. Ya sabes lo del buen entendedor.

¡Cualquiera diría que hablaban de su escritura! Pero, veamos su compromiso.



Estaba tan fatuamente seguro de su conocimiento de la lengua que tuvo el atrevimiento de ofrecerle al dictador la posibilidad de escribirle los discursos, sobre todo, el último que pronunciaría como tal magistrado supremo irrevocable.

-No necesito tales servicios de un poeta -fue la respuesta oficial.

-Pero, acaso sí, de un publicitario.

-Tengo mi equipo completo.

-Dan muestras de agotamiento y repetición. Su majestad necesita renovar su palabrería.

-¿Palabrería llamas a mis mensajes y discursos?

-Hueca, señor. Alejada completamente del interés de las gentes.

-¿Tal atrevimiento?

-Las palabras tienen el poder que queramos darle los hablantes. En sí mismas, no poseen ningún sentido mágico. Pero podemos conseguir que los demás las perciban de una u otra forma. Incluso con poder y magia.

-Te vas a introducir irremediablemente en un jardín de flores carnívoras que acabarán devorándote.

-Tal jardín sólo puede ser cuidado por el poder supremo de un dictador. Su majestad no pretende pasar a la historia como jardinero de plantas carniceras.

-Márchate al exilio, poeta. No quiero que figures como mártir y tu obra perdure.

-Usted se queda sin discurso final y pretenderá inútilmente perpetuarse en el poder.

Sin mediar repuesta, el gobernante hizo un gesto a sus custodios, que sacaron fuera del palacio al oferente vate.

Fue un poeta maldito desde entonces. Su reconocimiento llegaría muchos años después, cuando el mundo se hizo lugar de gentes colaborativas y no de piratas, oprobiosos, delincuentes, dictadores en cualquiera de sus setenta y siete especies.




1 comentario:

  1. Cuando se ostenta el poder con el propósito de sentirse importante y no útil, en el vasallaje de los halagos se dilata cada poro en forma de ídolo; la capacidad solidaria se difumina en mantener adeptos; la valía de los demás no es tal si no se somete a la corriente social que mantiene al depredador con sus presas indefensas... en el privilegiado puesto. Pero, sin darle importancia al minuto a minuto, las horas, los días, los meses, los años... convierten la existencia en infecunda, por muchas estatuas que llenen multitud de plazas del omnisciente huero.
    Sé previsor: si tienes talento, nunca le retes con él. Utilízalo con modestia. Sácale todo el jugo por compartirlo. Con eso sobra.

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