El
deshollinador gamado
Antonio García Velasco
Se
dedicaba a deshollinar los humeros de las casas de la urbanización residencial.
Todas las viviendas, lujosas y bien amuebladas, tenían su chimenea para los
fríos días de invierno. A él llamaban un año tras otro para que dejase limpios
los hollines acumulados en los conductos. Pero tan sólo en casa del conde de
Gorcilla se dejaba ver las cruces gamadas que llevaba tatuadas y por las que,
al parecer, le llamaban El Gamado. Una mañana que se encontraba sola en la
residencia, la hija del conde tuvo el capricho de ver los tatuajes del
deshollinador. Le exigió que primero se duchara para que no le quedaran ni
rastros de tizne. Luisa María de Gorcilla y Vega comprobó que las cruces eran
imborrables. "El año que viene limpiarás los humeros y yo volveré a ver
que las cruces permanecen en tu piel", dijo al despedirlo.
Oscuros personajes, Antonio. Magnífico relato.
ResponderEliminar