Un muchacho campesino se cree hijo del
rey
Antonio García Velasco
Encontró
en el fondo de un baúl un papel doblado cuidadosamente y no pudo resistir la
curiosidad. Estaba escrito con torpe letra. Era como el inicio de un diario. Al
final aparecía el nombre de su madre y una fecha. "...Ayer, cuando estaba
sola, el rey llamó a nuestra casa. Nunca he visto a un caballero tan apuesto.
Le serví el agua, el vino y la vianda que me pedía. Luego me dijo que quería
descansar y lo llevé a mi cama. "No te vayas, muchacha". Azorada
seguí sus indicaciones. Me trató con amabilidad y cariño, con formas que
quedaban muy lejos de los rudos abrazos amorosos del que, en pocas, semanas será
mi marido... Me entregué a sus deseos..." A las cincuenta semanas de la
boda, había nacido él. Comenzó a explicarse su odio al trabajo campesino, su
deseo de llevar armas y convertirse en guerrero; el fulgor de la sangre que
fluía por sus venas... "Mamá, por favor, dime la verdad, ¿a que soy hijo
del rey?"
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