La baqueana fructífera
Antonio García Velasco
Frente
a la copa, en la barra de un bar, tras un rato de charla, llegaron al momento
de las confidencias y ella le dijo: "Soy baqueana". ¡Horror, no tenía
ni idea de lo que quería decir! Pero, comenzó a desconfiar. No le daba buena
espina lo que pudiera esconderse detrás de tal declaración. Perdió el interés
por ella, aligeró la conversación y se retiró absolutamente incómodo y
receloso. A la mañana siguiente, cuando comenzó la expedición de búsqueda, se percató
de que la mujer figuraba como experta conocedora de caminos, tronchas y atajos.
Fue la guía fructífera del grupo, sin cuya experiencia, la misión hubiese
fracasado.
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