El mílite carolingio
Antonio García Velasco
Un
soldado carolingio, héroe en cien batallas, recibió como premio un terreno, que
contaba con una casa, un pozo con cigoñal y un conjunto de animales domésticos.
Por medio de una alcahueta consiguió casarse con Adélie Bellerose. Desde el
principio la consideró extremadamente hermosa para sus méritos y cicatrices de
viejo milite. Pero aprovechó amorosamente la oportunidad de posesión de una
bella mujer. No obstante, cada vez se acrecentaban más los celos: no permitió
que ningún hombre traspasase la cerca de su terreno; no consintió que ella
marchara sola al mercado de las aldeas próximas. La trataba como a dueña feudal. Mas ella
se consumía en la tristeza. Un día apareció por la casa la alcahueta que
propició aquella boda y la mujer aprovechó la ocasión para contarle sus cuitas
y la causa de las mismas. La vieja puso remedio a la situación: le proporcionó
un brebaje que poco a poco desfiguró su cara. Adélie, desde entonces, no quiso
ver a nadie ni salir de casa.
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