Los
inescrutables caminos de Dios
Antonio García Velasco
La gran dosis de ternura que el joven sentía por la bella niña quería
manifestarse en forma de poema. Lo consiguió al fin, pero un poema como aquel,
en contra de lo esperado, causó la risa y un sonrojo burlón en las mejillas.
Mas peor fue la guerra. Ella murió en un bombardeo... Todo era ahora un
recuerdo tristemente inolvidable, ¿quién le diría que fuese a vivir tales
escenas de pánico? A Dios se consagró. De sus experiencias, sufrimientos y
observaciones presentes saca los temas y los ejemplos para preparar sus
sermones y, de ese modo, se ha convertido en el predicador más sabio y famoso
de la ciudad. A las niñas bellas, no obstante, las contempla con nostalgia.
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