La competición
Antonio
García Velasco
UN muchacho del
pueblo vecino iba pregonando que él sería el ganador, pues se había entrenado
durante muchos meses para vencer a cualquier competidor. Su pueblo, según
explicaba, era más del futuro que del presente. Más de los sueños que de los
despiertos. Pero ello no había impedido su entrenamiento y estaba seguro de
ganar. Se tendría que enfrentar con el
pescador obligado a cambiar de oficio por el extraño ser que lo arrastró al
fondo del río mientras le explicaba: "Soy el espíritu de las aguas del río
y estoy cansado de que todos los días me arrebates varios de mis peces".
El pescador le había respondido, a modo de excusa y justificación:
"Necesito pescar para comer". "Pues desde hoy te buscas otro
oficio, porque debo hacer cumplir las directivas de Bruselas sobre la
preservación de los peces de este hábitat fluvial. De lo contrario, no te
dejaré abandonar el fondo de este cauce". Así fue como, para cambiar de
oficio, el pescador decidió enfrentarse con el recién llegado del pueblo antiguo
o futurista. Y... ¿qué pasó entonces? En toda competición hay siempre un
ganador. Se admiten apuestas. Al muchacho la amiga tuvo que enseñarle el modo
de abanicarse de manera eficaz. El pescador estaba suficientemente acostumbrado
al calor y no tuvo necesidad de abanico.
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