Las tres gracias
Antonio García Velasco
Dijeron
que en aquel castillo deshabitado había fantasmas. Reflexionó sobre el hecho y
trató de convencer a sus amigos para desafiar a los espectros. Sus amigos
pasaron del desafío. Él, como Juan Sin Miedo, entró soportando el infernal ruido
de los goznes de las puertas al abrirse. Recorrió las estancias y los lémures
no se hicieron visibles. Pero él seguía teniendo el pálpito de su existencia.
Sacó sábanas nuevas de los baúles de exterior empolvado. Dejó los paños
estratégicamente distribuidos. Aquella noche, los fantasmas no pudieron
resistir la tentación de cambiar sus viejas sábanas por alguna de las muchas
que estaban viendo. Tan sólo pudo fotografiar a las tres gracias en el momento
de mudar sus viejos atuendos.
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