El
poder
Antonio García Velasco
No
le había contado a nadie que deseaba recuperar su antiguo poder. El que tuvo
cuando era un niño único y mimado. Le bastaba un simple amago de llanto para
que ya los tuviese a todos pendientes de él, tratando de adivinar y complacer
sus deseos. Más tarde, cuando ya hablaba, sólo con pedir, se desvivían para que
fuese feliz o, al menos, no tuviese motivos de disgusto. Aquellos tiempos
pasaron, sin duda, sin posible vuelta atrás. Por ello, ahora, luchaba
denodadamente para ser nombrado Presidente de la república bananera.
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