La rosa del
parque
Antonio
García Velasco
Cada vez que lo entrevistaban en la
televisión, transcribían sobre su imagen las palabras de su farfulleo, pues,
ciertamente, no hablaba, farfullaba. Tenían contratado a un especialista para
que descifrara lo que quería decir. Sin que se enterara, pues temían que
pudiera enfadarse y no concederles más entrevistas. Cierto que el farfulleo,
como el tartamudeo, es un trastorno de la frecuencia, del ritmo, de la fluidez
del habla. Normalmente se da en los niños y resulta raro llegar a la edad
adulta y seguir con semejante trastorno. Él había pasado los veinticinco y
farfullaba. Algunos de sus admiradores lo justificaban alegando que su
pensamiento iba mucho más deprisa que la articulación de sus palabras, lo que
producía su habla rápida y atropellada. Otros sostenían que, en realidad su
cerebro no había madurado en la misma proporción que su habilidad con el balón
y que, con tanto dinero como ganaba, bien podría contratar los servicios de un
logopeda que le enseñara la correcta vocalización. La ortología es una
especialidad lingüística o logopédica. Como se quiera.
-Venaquímuchacho -farfulló un día que
paseaba por el parque.
El joven lo entendió por los gestos más que
por el sonido de sus palabras. Se acercó a quién lo llamaba. Quedó paralizado
al descubrir que se trataba de Taden, el considerado entonces como el mejor
jugador de fútbol de todos los tiempos.
-Cortaunarosa -señaló al rosal próximo-
yselallevasdemiparte aaquellaseñoritasentadaenelbanco, laqueleeunlibro.
-¡Qué!
-Noquieromecacenamícortandolaflor...
seríaunmalejemplo. Peroquiero obsequiaralachica. Megusta.
El muchacho terminó comprendiéndolo y,
tratándose de un ídolo del deporte, aceptó la proposición.
-De parte de Taden -dijo a la lectora,
ofreciéndole la rosa.
-¿Taden? ¿Quién es Taden?
-Aquél -dijo el oferente-. Es el mejor
futbolista del mundo -añadió bajando la voz.
-No entiendo.
-¿No le gusta el fútbol, señorita?
-No entiendo de fútbol. No me ha interesado
nunca.
Mientras tanto, el deportista se fue
acercando a la escena.
-Muy...muy.. buenas -dijo haciendo un gran
esfuerzo para no hablar atropelladamente, aunque se le notaba el nerviosismo-.
Disculpe... lohemandadoyo. Quiero obserquiarla.. con... unarosa...
-¿Por qué? -preguntó ella con escepticismo
y gesto de incomprensión.
-Porquesí... Sinole importa.
El muchacho comprendió que ya nada hacía
allí, dejó la rosa sobre el banco e hizo el gesto de retirarse.
-Espera -exhortó Taden-. Sacó del bolso una
foto suya, la firmó y se la ofreció al zagal, junto con un billete de cincuenta
euros-. Gracias, muchasgracias.
No lo dudó el joven. Recogió el regalo y se
marchó contento: "Gracias, Taden. Suerte".
-Noesligue. Me gusta... gustaría...
hablar... conusted.
Ella dijo: "No me gusta el fútbol ni
me gustan los tatuajes". Se fijaba en los brazos del jugador.
-Tampocomegustaamileer -farfulló-. Bueno,
sí, unpoco.
-¿A quién puede no gustarle leer? Leer es
alimento para el cerebro y el pensamiento -sentenció ella.
Él recogió la flor abandonada por su
recadero y se la volvió a ofrecer. Ella aceptó y se puso de pie.
-¿Seva?
-Gracias -respondió llevándose la rosa a la
nariz.
-¿La...la...puedoacompañar?
Iniciaron el paseo.
Pasado un tiempo, Taden se borró los
tatuajes en una clínica láser especializada y mejoró su habla. Leía libros incluso en el autobús camino de los entrenamientos. Laura Benítez
accedió a asistir a los partidos de fútbol. La rosa del parque quedó disecada
entre las páginas del libro cuya lectura acabó aquella misma tarde.
Este relato me recuerda a un proyecto de novela que habría de titularse: "El futbolista y el poeta". La historia divergente y luego convergente de dos amigos de la niñez.
ResponderEliminarEn una pareja, la complementariedad con ánimo de conocer mundos distintos para compartir constituye un fuerte cimiento de convivencia duradera y armónica. Lejos de querer cambiar al otro, que se sitúa más cerca del egocentrismo, la curiosidad aludida representa una faceta de la libertad. El amor necesita el respeto al libre albedrío como nutriente esencial.
¿Llegarían a un entendimiento el futbolista y la lectora? ¿Qué movió a Laura a ir al fútbol a verlo jugar? ¿Qué llevó a Taden a borrar sus tatuajes y a leer? ¿El amor? ¿Por cuánto tiempo el amor?
ResponderEliminarLa incertidumbre, global o en matices, de nuestras decisiones nos acompañará siempre como una sombra inherente a ellas. Aun así, cada etapa de nuestra vida exige elecciones personales. Luego, viene asumirlas o rectificar. Lo que no podemos permitirnos es permanecer en la inacción y que el tiempo nos pase por encima como un rodillo. La vida entraña decisiones. Constituyen su esencia.
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