El regalo de los vinos
Antonio García Velasco
Una
misiva me anunciaba la llegada de un surtido variado de vinos, procedentes de
una afamada bodega.
-Yo
no bebo.
Y
respondieron:
-Los
reservas para cuando lleguen tus amigos.
Y
dije:
-No
tengo amigos.
Insistieron:
-Cuando
conozcan que has recibido este lote de vinos, te saldrán amigos hasta de las
alcantarillas de la calle.
Y
contesté:
-No
me interesa ese tipo de amigos.
Se
pusieron insistentes:
-
¿Quieres decir que no aceptas los vinos?
Tuve
que aceptar:
-A
botellas regaladas... Ya veré qué hago con ellas.
Y
así fue como salí a comprarme un mueble bodeguero para disponer el botellerío.
Patricia,
la bella dependienta de la tienda, me comentó con amabilidad:
-Comienzan
por enviarte un vale descuento y acabas comprando más de lo que necesitas.
-
¿Quieres decir que no debo llevarme el mueble para las botellas?
Y
dijo sonriendo, en exclamación:
-
¡No! Por supuesto que no. Yo estoy aquí para vender. Pero eso no impide que
reconozca las estrategias.
Y
deduje:
-Esperan,
pues, que me convierta en un adicto al vino y los licores.
Me
miró con amabilidad:
-No
diría yo lo contrario.
Se
quedó sin la comisión de la venta:
-Pues,
sabes qué te digo: que no me llevo el mueble y, en cuanto lleguen los vinos,
voy de casa en casa y regalo una botella a cada uno de los vecinos.
Ella
se quedó un tanto cortada:
-...
¿Tan buenas relaciones tienes con ellos?
Y
reconocí:
-Ni
hablar, cada uno va a lo suyo y sólo intercambiamos saludos, si es inevitable,
y comentarios sobre el tiempo, si coincidimos en el ascensor.
Dedujo:
-Pensarán
que se te ha ido la sesera y recelarán de tu gesto.
Me
sentí en un callejón, cuya única salida era:
-Patricia,
te espero cada día en mi casa a comer. Acompañaremos la comida con una copa de
los excelentes caldos que me envían.
Para
mi grata sorpresa, aceptó y, desde aquel día, tengo una invitada a mi mesa.
Saboreamos el vino. Yo también, pues no me parecía correcto dejarla beber sola.
Me
he aficionado al vino y a la compañía de la joven.
Un
día, me tomé dos copas para animarme a declarar mi amor.
-Comienzan
por enviarte un lote de vinos y acabas casándote con la empleada de la tienda
de muebles bodegueros.
En la vida se nos presentan todo tipo de incógnitas. De sabios considero apreciar las que se resuelven con el viento a favor. Ya sea porque el destino ha hecho que se levantara en el momento oportuno o porque hemos sabido aprovechar su impulso.
ResponderEliminar