El
saboteado
Antonio García Velasco
¿Víctima de un sabotaje? En todo caso, lo
propio sería decir que fue saboteado en todos y cada uno de los proyectos
iniciados en su vida: ninguno le había salido bien. Una vez, cuando todo
parecía encarrilado, el piso de arriba experimentó una rotura de tuberías y se
le inundó el local del negocio: cierre temporal, pérdida de clientes, negocio
liquidado. En otra ocasión, cuando pensaba que sus declaraciones anteriores habían
sido correctas y bien asesoradas, Hacienda le hizo llegar unas paralelas y se vio
obligado a pagar con recargo, arruinando sus inversiones. En otro momento, se
las prometía felices con el nuevo socio y, en el momento de la firma de
documentos, el presunto amigo se echó atrás... Abrió un bar y ofrecía en la
publicidad las mejores tapas, las mejores copas, la cervecita más fría. Tuvo el
local lleno a todas horas durante dos semanas. Al cabo de las cuales, los
barriles de cerveza perdieron presión, las tapas se agriaban o se
reverdecían... Su incipiente clientela dejó de acudir a sus reclamos y se vio
abocado a poner candados en las puertas. "¿Quién me persigue, quién?"
Hasta en el amor se sentía desgraciado, pues
la mujer de su vida se marchó con otro dejándolo en el precipicio del
desconsuelo. Comenzó a recelar de todas las mujeres. Pero un día conoció a
Paula en la playa. La llamó "Pelágica", pues a la orilla del piélago
la había conocido. Ella no comprendió el calificativo y lo plantó el mismo día
en que empezaron a intimidar.
Desgraciado en los negocios, desgraciado en
el amor… optó por el juego. Acabó en la ruina total.
Pese a las muchas dificultades por la
endogamia del gremio, encontró un puesto de basurero en la empresa municipal. Tenía
un buen sueldo, un útil trabajo nocturno y muchos malos olores de orgánicos en
descomposición. Una noche, le pusieron la zancadilla y vino a caer por el
terraplén de los vertidos.
Creo que no se ha recuperado todavía.
Me recuerda a la novela de Mario Benedetti: "La tregua".
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