La
azagaya, un arma arrojadiza
Antonio
García Velasco
De
modo imprevisto y, por supuesto, sorprendente, la azagaya pasó rozándome la
oreja izquierda. ¿Su procedencia? La azagaya es un arma arrojadiza que ya
usaron los hombres primitivos. Dije:
-No
puede venir de la prehistoria.
Mi
amiga Marta se echó a reír:
-Imposible.
Respondí:
-Misterios
hay más sorprendentes.
Contestó:
-Deliras.
Pero,
allí estaba el hombre primitivo, agazapado tras el seto del parque. ¿Un viajero
en el tiempo lo había traído a nuestro siglo? ¿Era, acaso, un escapado de la
Amazonia? ¿Se trataba de un loco disfrazado y temerario? ¿Y por qué me había
disparado a mí, precisamente a mí? ¿Un actor que bromeaba o confundía su papel
con la vida real? ¿Un miembro de una murga, comparsa, chirigota o coro
carnavalesco que va o viene de los ensayos y ha querido llamar mi atención?
-Ven,
ven -dije y el primitivo, o disfrazado de tal, al
percatarse de mis gestos y mis voces, escapó en alocada carrera .
Recogí
la azagaya que se había clavado en un árbol. Se la llevé a mi amigo Adolfo
Frías, historiador y especialista en indumentarias, costumbres y armas
prehistóricas.
-Es
un arma primitiva, sin duda -sentenció-. ¿Dónde la has encontrado?
-Un
salvaje o neandertal me la arrojó con presuntas aviesas intenciones.
-No
digas tonterías.
-Te
aseguro que, si no lo era, me lo pareció. Y a mi amiga Marta, también. El arma
pasó rozando mi oreja.
"Un
hombre con todas las trazas de primitivo, que andaba desconcertado y
aterrorizado por la ciudad, ha sido detenido por la policía, que investiga su
procedencia", era la noticia que daba en aquel momento la televisión,
mostrando un elocuente vídeo.
-No
me lo puedo creer -dijo Adolfo.
-Yo
tampoco.
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