La prima de Riesgo
Antonio García Velasco
La prima de Riesgo es casquivana, caprichosa,
indomable, exigente. Me la presentaron y, de pronto, parecía cariñosa y amable
y, al momento, da unos plantes que tiran de espaldas, con riesgo de rotura de
nariz. Está de buen ver la prima, pero no puede uno fiarse de ella.
Le preguntamos a Riesgo si su prima es decente. Y
Riesgo se echa a reír, como diciendo: “Decente, decente, lo que se dice
decente, no es. Por dinero contante y sonante se va siempre con el mejor postor.
Y le hace primores”. “¿En la cama?” “En la cama, en el sofá, en la esquina del
barrio, en los asientos del coche. A ella sólo le interesa el tocateja, el
beneficio, el interés alto y rentable a corto, medio y largo plazo”. “O sea,
que tu prima, Riesgo, es una puta de mucho cuidado”.
-Pero peor son sus proxenetas, afirmó Riesgo.
Porque ellos, personalmente o por medio de agencias, presionan, la presionan,
la manipulan y cuando parece domable y dominada, le encienden los ánimos, se
rebela y se desorbita en sus exigencias. Ni yo mismo la puedo ver y eso que es
mi prima, como mi hermana. Y nos hemos criado juntos y juntos fuimos a la
escuela y juntos pasamos la selectividad. Pero ya ni la conozco. Y lo peor,
crea adicción, contamina, arrastra y nos implica a todos. Tomar contacto con
ella es exponerse a la ruina: nos vuelve tan ciegos, tan irracionales, que sólo
nos quedan manos para buscar dinero para ella, recortando gastos de donde sea,
o recortando cañones para atracar y conseguir lo suficiente para sus devaneos y
morbosidades. Pienso que necesitaría un buen chulo que la meta en “verea”, que
la doblegue, que se impongan a ella con dos cojones. Lo demás es marear la
perdiz y arrastrarnos a todos al desfiladero.
-Yo diría, Riesgo, que tú no estás hablando de tu prima, sino de la
prima de riesgo de la deuda soberana y los recortes que nos imponen los
gobiernos de turno. Y los autonómicos con ellos. Y Alemania y Bruselas.
-Te lo tomas como te dé la gana. Pero reniego de mi prima y de la madre
que la parió.