Lamentable percance
Antonio García Velasco
Quería
llamarla desde un teléfono público y no tenía ni una triste moneda en el
bolsillo. La imaginaba en la piscina, tumbada sobre una colchoneta en el
fresquito del agua. La imaginaba feliz y él, después de sufrir un asalto, se
sentía desamparado y desgraciado. No le quedaba otro remedio que denunciar el
robo a la policía y, después, acudir a buscarla para contarle el lamentable
percance por el que no había acudido a tiempo a la cita.