lunes, 28 de febrero de 2022

Poema GUERRA

 

Guerra

 

¿Quién se apunta a la guerra?

La guerra forma parte de locos y piratas,

la guerra es carnicera, tiene estampa maligna.

Es vieja como el hombre

mas se renueva siempre con las muertes terribles

de jóvenes soldados y civiles sin años.

No tiene compasión.

 

Apúntate, muchacho.

No harías otra cosa que lo que hicieron muchos

desde que el mundo es mundo con los hombres a cuestas.

De verdad te lo digo:

estos seres humanos que poblaron la tierra

han vivido en la guerra como viven los peces

en las aguas del mar.

 

Le ponen a la guerra

nombres de lucha santa. Predican que sus causas

son poner democracias o mejorar la vida

de aquellos ciudadanos

que viven sometidos a tiránicas leyes

Mas son siempre mentiras que esconden al pirata

detrás de su cortina.

 

Un pirata se oculta

cerrado en los despachos de frío y de dinero.

Un pirata es rapiña del botín de los otros.

La guerra es su negocio.

No extraña que te apuntes y dispares matando.

Te digo que lo hicieron los hombres desde antiguo

y ganaron medallas.

 

Algunos consiguieron

fortunas y prebendas, tierras y porvenir.

No importa los que mueran en batallas brutales,

los que huyan desterrados.

Importa que los locos se salgan con la suya

y el pirata se apropie  los cofres codiciados.

¡La guerra es tan insana!

 

Pero la practicaron los hombres desde siempre

y a nadie extrañaría que hoy extienda un reguero

de destrozo y miseria, de sangre y de terror.

Algunos criminales sacarán beneficios.

Apúntate, muchacho,

que la guerra es oficio de piratas, de locos.

Obliga a defenderse

y derrama la sangre de muchos inocentes.

                            Antonio García Velasco, febrero, 2022

 

 

 

 

 

jueves, 24 de febrero de 2022

090 Microcuento SUPRIMIR PALABRAS DEL DICCIONARIO

 

Suprimir palabras del diccionario

Antonio García Velasco

 

    Nadie habla hoy en día de usucapir, eso de "adquirir por usucapión una propiedad o derecho real durante el tiempo previsto por la ley". ¿Se suprime del diccionario? Ocuparse de suprimir palabras de los diccionarios es oficio de sicarios o, dicho más suavemente, de verdugos. Es como desear que desaparezcan pensionistas porque ya no producen, ya no rinden económicamente hablando, como si no sirvieran para nada. Pero ya trabajaron lo suyo, cotizaron para tener derecho a su merecida pensión. Ahora tienen su utilidad social (familiar o general), cultural (depósito de tradiciones, experiencias y conocimientos), afectiva... ¡Ah, el lirismo, el romanticismo, la utilidad de la inutilidad! Un niño trabajará, rendirá. Un viejo ya rindió, ya trabajó. Es un crimen poner a trabajar a un niño. Un crimen es querer suprimir a un mayor. Un crimen cercenar los diccionarios porque los hablantes desconozcan usos, sentidos, significados... Las palabras muestran nuestra historia, nuestro pensamiento presente o pasado, nuestra relaciones, nuestra visión del mundo... No se puede acabar con lo que somos, con lo que hemos sido...

Estando en este discurso, le sobrevino un ataque cardiaco y tuvieron que llamar a la ambulancia para que lo trasladara a urgencias hospitalarias.

—Bah, tiene ochenta y cuatro años... Tenemos que atender a gente joven. No merece la pena que nos esforcemos en que sobreviva —sentenciaron.



miércoles, 16 de febrero de 2022

089 Microcuento LA TÍMIDA

 

La tímida

Antonio García Velasco

     Era tan tímida que, aparentemente, sólo hablaba cuando le preguntaban, No obstante, lo hacía con educación y buenos modos.

—La Biblia bendice a la mujer callada: "Don del Señor es la mujer callada, no tiene precio la bien educada" (Eclesiástico, 26,14).

—Pero, ¿tan callada como ésta? ¿No será que nos desprecia a todos? ¿No será que siente un asco intenso por toda la humanidad o la humanidad cercana?

—¡Exageras! Porque ni está tan callada siempre ni habla demasiado. Nada con exceso, decían los griegos.

—¿Nadar con exceso para llegar a dónde?

—De nuevo te enredas con las palabras.

—La persona callada se enreda con su silencio.

—No tenemos solución.

En ese momento apareció la tímida que algo había escuchado y dijo:

—Respecto a lo que decís, os digo que yo digo lo que tengo que decir y donde y con quien decirlo debo. No me vengáis con monsergas ni explicaciones enrevesadas. Cada uno es como es y respetarlo debemos.

Enmudecida dejó a la concurrencia y Roberto, su cuñado, tuvo el impulso de regalarle su preciosa piedra, sección de una geoda de ágata, de azulados colores.

—El ágata es de origen volcánico, como tus palabras —dijo.

La tímida quedó azorada, no supo qué responder. Mecánicamente  tomó la piedra en sus manos, dudó, la arrojó con fuerza y, en arrebato, abandonó el lugar: "¿Por qué tienen que hacer de mi silencio o habla carnaza de su cháchara y entretenimiento?"

 



sábado, 5 de febrero de 2022

088 Microcuento EL DELINEADOR

 

El delineador

Antonio García Velasco

 

         Su gran mérito como arqueólogo fue describir y, más tarde reconstruir, un innovador, para su tiempo, hipocausto romano.

Costaba un gran esfuerzo de atención seguir sus explicaciones, pues su ronquedad redujo el timbre de su voz a niveles de susurro. Pero su empeño y constancia suplían aquella peculiar forma de hablar. Otra cosa era el dibujo: como delineador no tenía par. A sus diseños añadía su verso cálido, ígneo, en extremo expresivo y desconcertante.

Tenía dos hijas guapísimas y plenas de inteligencia y hablar discreto y acertado.

Su esposa, una mujer apuesta, elegante, culta compartía con él, y celebraba, el contento de sus creaciones y, a veces, le hacía oportunas sugerencias.

 Una tarde trazó una línea recta y, alrededor de ella, escribió:

 

 

La línea recta no existe

en los cauces de la vida

cotidiana.

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 No existe por más que insiste

quien nos muestra la avenida

del nirvana.


 

En una ocasión lo invitaron a leer sus versos en el Ateneo y rehusó alegando su ronquera crónica.

Publicó un libro de aforismos rimados y dispuestos en breves estrofas. En la portada, una línea recta y la sextina de pie quebrado "La línea recta no existe".

          Una mañana, sentado en su butaca, parecía en estado de beatitud total y, cuando iban a llamarlo para que fuese a comer, se percataron de que estaba muerto.