jueves, 8 de agosto de 2013

Arañas en el Libro de Poemas de García Lorca


García Lorca, poeta de la araña

Antonio García Velasco

   El término "araña" es notablemente usado por Federico García Lorca en su obra poética. Los valores y contextos de tal uso son variados y dignos de consideración. Mi estudio de tal término abarca toda su obra, pero, en esta ocasión, me limito al Libro de Poemas (1921), primer libro de versos publicado por el poeta.

   La primera aparición de "araña" pertenece a un fantástico poema de desenvolvimiento fabulario: "Los encuentros de un caracol aventurero". Nos describe el paisaje, el escenario habitual del caracol que un día decide "ver el fin de la senda", emprender la aventura. En ese paisaje de una "mañana quieta", de "dulzura infantil", de "vaho tembloroso", las arañas "tienden / sus caminos de seda / -rayas al cristal limpio / del aire-...". La doble imagen que define la tela de araña recogen una doble visión, la de la propia araña, para la que sus hilos son caminos y la visión del observador (poeta, caracol, paseante sensible...), para quien los tejidos de la araña son sólo rayas (metáfora) en el "cristal limpio del aire" (nueva expresión metafórica). La imaginación poética de un autor como Lorca se pone de manifiesto en estos temas aparentemente triviales. Aunque, con el paseo del caracol nos plantee una cuestión absolutamente transcendente: el "más allá", la vida eterna. Sin embargo, no entremos nosotros ahora en tales profundidades.

   En el poema "Canción menor", fechado en Granada en 1918, nos presenta también un paseo: el del "yo" poeta mientras se siente desilusionado y apenado por la añoranza del amor imposible. Pues "... El amor / bello y lindo se ha escondido / bajo una araña. El sol / como otra araña me oculta / con sus patas de oro". El amor es un sol que se esconde bajo una araña, el sol es también una araña que oculta al enamorado: la imposibilidad del amor se hace evidente. En este poema se nota una cierta inexperiencia en ciertos versos de tonos un tanto cursilones, pero ello es otro tema.

   La "Balada triste", también de 1918, la "araña gris" es el término metafórico que equivale al paso del tiempo que produce el desengaño: "¡Mi corazón es una mariposa, / niños buenos del prado!, que presa por la araña gris del tiempo / tiene el polen fatal del desengaño".

   Una "Elegía" dedicada a una mujer que morirá virgen: "Tu cuerpo irá a la tumba / intacto de emociones", predice y, antes, nos la describe llena de deseos y frustraciones. Nos recuerda aquellas hijas de Bernarda Alba. Es una araña la que teje el velo infecundo de esa mujer: "Llevas en la boca tu melancolía / de pureza muerta, y en la dionisiaca / copa de tu vientre la araña que teje / el velo infecundo que cubre la entraña / nunca florecida con las vivas rosas / fruto de los besos".

   "Elegía del silencio", poema que desarrolla el tema del silencio y sus posibles alteraciones, nos dice: "Taladrado de estrellas / y maduro de música, / ¿dónde llevas, silencio, / tu dolor extrahumano, / dolor de estar cautivo / en la araña melódica, / ciego ya para siempre / tu manantial sagrado?" El silencio hoy es un prisionero en "la araña" de tantos ruidos: gritos, palabras, música, estruendos diversos... El silencio sólo será posible si de nuevo vuelve la noche eterna, donde, oh silencio, "antes que Dios y el Tiempo, / manabas sosegado". Estamos todos envueltos en esa tela de araña melódica o vocinglera que hace imposible el silencio.

   En el poema "Sueño", el término "araña" aparece cuatro veces formando parte del primer y segundo estribillo, como imagen de "olvido" (dos veces) y de "silencio" (otras dos veces). Invoca en el primer caso "Llénalo con tus hilos / araña del olvido", "Araña del silencio, / téjele tu misterio". Así, pues, el poeta nos presenta el silencio y el olvido como arañas capaces de hacer olvidar y envolver en el misterio.

   En un "Paisaje" que tiene tanto de dibujo lúdico infantil como de desolación y pesadilla ("Las estrellas apagadas / llenan de ceniza el río / verdoso y frío..."), "todo llora por costumbre, / todo el campo se lamenta / sin darse cuenta" y "despeino mi alma muerta / con arañas de miradas / olvidadas".

   En el "Patio húmedo", la araña en el laurel nos da una estampa de patio abandonado. Nos repite "Las arañas / iban por los laureles".

   Por último en "Invocación al laurel", poema de evidentes tonos modernistas, escrito en 1919, nos habla de telarañas: "Todo hablaba dulce a mi corazón / temblando en los hilos de sonora seda / con que el agua envuelve las cosas paradas / como telaraña de armonía eterna". Incluso, a mayor abundamiento en el modernismo, en algunas ediciones, "harmonía" aparece escrito con hache, según el gusto de Rubén Darío y sus seguidores. De nuevo estamos ante la imagen de una tela envolvente que lo mismo puede ser de tiempo, que de armonía, que de olvido, que de luminosidad...

   ¿Conclusiones? La primera es que hay términos cuya presencia en la obra de un poeta resulta sospechosamente abundante. La segunda: tales términos adquieren un valor polisémico no exento de sentidos contradictorios. "Araña" es una de esas palabras en la poesía de Federico García Lorca. Quizás habría que enlazarla con el simbolismo de la araña en diferentes culturas. Por ejemplo, para el Islam la araña es tanto un símbolo favorable como nefasto, ya que si una araña salva la vida del Profeta tejiendo su tela protectora, también quien no sigue el camino de Dios tiene su paralelismo en la araña, cuya casa es la más endeble. Para los ashanti, el hombre fue creado por una gran araña y en la India se ve como un importantísimo símbolo cosmológico: la tela radiada es el sol que segrega sus rayos. También algunos ven en la elevación de la araña por el hilo que ella misma emana el símbolo de la libertad, de la realización espiritual... Los mitos son muchos y bien merecería establecer la conexión de las imágenes lorquianas con el simbolismo mitológico del arácnido del orden de los araneidos. Da lo mismo que tal simbolismo fuese conocido o sólo intuido por el poeta.