miércoles, 28 de febrero de 2018

50 El carozco


El carozco

Antonio García Velasco



Aquel presbiteriano se llamaba John Knox y se sentía muy orgulloso de llamarse igual que el fundador de la iglesia presbiteriana. Conocía el precepto de que, como parte de los reformados, debía ser humilde y responsable y nunca mostrarse arrogante: "estamos obligados a una búsqueda constante de la Luz de la Escritura y el Espíritu Santo". Mas, ¿cómo evitar el sentimiento que le producía llamarse como el discípulo de Calvino, fundador de aquella iglesia reformada?

Aspiraba secretamente a ser alguien importante en la junta de su comunidad.



Con aviesas intenciones y con sigiloso paso, se acercó a la consulta del experto en astrología y horoscopología.

"Eres obstinado y no cejarás hasta conseguir tus objetivos. Te haces cargo rápidamente de las situaciones y debes vencer tu tendencia al enojo. Tus sentimientos son profundos y, aunque no pasas desapercibido por tu atractivo físico y tu especial personalidad, debes contenerte en determinados momentos para con convertirte en simple carozco. Es lícito soñar, imaginar el éxito futuro... Pero resulta obligado seguir trabajando. Prosigue tu conducta dadivosa... Cuida tus oídos y tu cuello. No abandones la literatura ni el arte..."

Pagó el importe de la información y se retiró con un sabor agridulce y cierto enojo, pues el supuesto especialista nada concreto le había dicho sobre el éxito de sus aspiraciones.



Meditando sobre lo revelado por su horóscopo, llegó a la conclusión de que no se aclaraba sobre lo que había querido decir con "convertirme en simple carozco". El hueso del durazno, la raspa de la panoja del maíz... El hueso del durazno... La raspa de la panoja del maíz... Es lícito soñar... ¿Incluso con emular a John Knox? ¿Qué pretendo renovar yo? ¿Basta con llamarse como el antepasado ilustre? Distraído estaba mientras pelaba y mordía la fruta. Tanto que el carozco de la ciruela se le quedó atascado en la garganta. Ni para adentro ni para afuera... "Cuida tus oídos y tu cuello". Oh, Dios, me ahoga el maldito hueso. ¿Castigo a mis ambiciones? Tuvo tiempo de marcar el número de las emergencias. La ambulancia con los primeros auxilios llegó a tiempo de salvarle la vida.



Desde aquella fecha, se dedica a la literatura y sus novelas son best seller. El cuello le duele a veces de tener, durante horas, la mirada atenta a la pantalla del ordenador. Los oídos se le resienten con los resfriados. La iglesia presbiteriana celebra tener entre sus miembros un escritor ilustre, que dona una parte de sus beneficios a la comunidad.


martes, 27 de febrero de 2018

49 La sentina


La sentina

Antonio García Velasco



Su padre, marino, le había hablado de la sentina o cavidad interior del barco situada sobre la quilla en donde se acumulan las aguas procedentes de filtraciones, que desde allí son expulsadas por medio de bombas. Su profesora Margarita le habló de la sentina como lugar lleno de inmundicias malolientes. Ahora ella, la virtuosa Susana, le hablaba de la sentina como lugar en el que abundaban los vicios y el desliz.

-Cada uno habla de la sentina según sus experiencias, sus perspectivas, su vida.

Pero Susana se negaba a acompañarlo.

-Tampoco quiero que vayas tú, Joaquín. Es un antro de juego, meretrices, borrachos y drogadictos.

-El lugar se llama Paradiso, es decir, paraíso.

-La cínica costumbre humana de nombrar con el término contrario al exacto.

-¿Y si estás dejando llevar por los prejuicios?

-No, Joaquín, no. Sé bien de lo que hablo. Se trata de una sentina, ni más ni menos.

-Te he dicho ya lo que decía mi padre, lo que explicaba mi profesora de lengua...

-Sí, cierto, también tienen razón tu padre y tu profesora.

-¿Por qué estás tan segura, Susana?

Y ella, en tensión, herida como si hubiese recibido la tremenda cuchillada de las malas vivencias, dijo llorando:

-He trabajado en ese lugar infernal que llaman Paradiso.

Joaquín la abrazó, tratando de proporcionarle consuelo: "Lo siento, Susana, lo siento. No conocía el hecho. Lo siento de veras".

Susana, entre lágrimas, sollozos, suspiros y habla entrecortada por la emoción, relató su experiencia: allí la obligaron a vender su cuerpo, a restregarse en la barra vertical con movimientos lascivos para provocar a los asistentes; allí le hicieron consumir alcohol y droga para enviciarla con adicciones; allí la manosearon introduciendo billetes de banco entre sus ropas ligeras; allí actuó como cebo para incitar al juego; allí la sometieron a todo tipo de vejaciones... ¡Ay, Joaquín, no quieras conocer los detalles de aquellos horribles años!

Joaquín quedó pensativo, inerme, sin ánimo de acción. Ella se percató de su indolencia y reaccionó con prontitud:

-Comprendo tu ánimo, Joaquín... No te culparé si me rechazas por mi vida pasada.

-Necesito estar solo -anunció Joaquín.

Ella se apartó para retirarse a su casa.



-¡Susy, por Dios! ¡Cuánto tiempo sin verte! -la asaltaron dos clientes del Paradiso.

-No me llamo Susy.

-Oh, no te hagas la desconocida, Susy, bien que te conocemos. ¿Por qué abandonaste el local? ¿Te has establecido por tu cuenta? ¿Cuánto nos costaría ahora ir contigo?

Susana trataba sólo de esquivarlos, de que la dejaran en paz. Pero los hombres le echaban mano, la tocaban, trataban de convencerla con todo tipo de argucias manoseadoras.

-¡No me llamo Susy, no sé quiénes sois, dejadme en paz!

-Bien que aceptabas nuestros billetes entre los elásticos de tus braguitas -y los exhibían de nuevo-. Anda, Susy, no te hagas rogar. Ahí mismo hay un hotelito bastante acogedor.

-¡Qué me dejéis en paz! -gritó la mujer desprendiéndose de los lazos de ellos. Comenzó a correr, no en dirección a su casa, sino tras las huellas de Joaquín.

-Joaquín, mi amor, tú eres mi única salvación -dijo al verlo caminar cabizbajo.

Se volvió él y, al percatarse de su sofoco, la recibió con los brazos abiertos.

-Estoy muy confundido, Susana.

-Lo comprendo. Y no te culpo.

Caminaron uno al lado del otro, abrazados.

-Te juro que nunca iré al Paradiso -dijo Joaquín-. Y nadie te obligará a hacer lo que no quieras.



Al día siguiente, un incendio, al parecer provocado, redujo a cenizas el local llamado El Paradiso. Los bomberos evitaron que el fuego se extendiera por los edificios colindantes. Susana experimentó la sensación de que también su pasado quedaba devorado por las llamas del amor apasionado de Joaquín.






lunes, 26 de febrero de 2018

48 El machete


El machete

Antonio García Velasco



Un hombre enjuto como una vara de mimbre caminaba por la calle con un machete en la mano y moviendo a izquierda y derecha el brazo armado, como si se abriera paso entre la maleza de la jungla.

La gente se apartaba al verlo, amedrentada, con la certeza de que se trataba de un loco o azogado, pues, observado atentamente, parecía padecer un temblor incoercible.

-Quiero llegar por este selvático camino de plantas enredadas a la ciudad oculta, donde curan los males del siglo -vociferaba.

-Esta es la calle, no la selva -le gritaron.

-La ley de la selva nos rige. La ley de la selva nos contagia.

-¡Equivocado está, buen hombre!

El aludido escrutaba sus alrededores tratando de descubrir los orígenes de la voz que había escuchado. No dejaba de dar cuchilladas y de maldecir el imaginario ramaje que le dificultaba su búsqueda.

-¿Dónde estás, ciudad de mi salvación, dónde?

Un grupo de curiosos comenzó a seguirlo a prudente distancia, recorriendo la fabularia ruta que abría el machete entre la espesura del bosque.

-¡Pobre! -pensaban-. Y pobres de nosotros que lo seguimos por morbosa curiosidad o, quién sabe, por beneficiarnos de su pretendido descubrimiento.

-Es un desquiciado, un pobre alienado, un loco. Antes de que produzca un desaguisado, tendrá que detenerlo la policía.

En ese momento, varios coches con sirenas azules arribaron al lugar. Los agentes dieron el alto al alucinado explorador...

No dejaba el hombre de dar bandoletazos con el machete...

-Indígenas amigos, soy hombre de paz que busca la ciudad del paraíso -gritó.

Comprendieron los uniformados la naturaleza del armado y, por las buenas, trataron de convencerlo para que dejase el arma en el suelo.

-Nosotros te conduciremos a la ciudad edénica que buscas. Ven.

-No es arma belicosa sino herramienta para abrir paso en esta selva inexplorada y agresiva.

-Lo sabemos, lo sabemos. Por ello te conduciremos al lugar que buscas por un camino expedito y secreto.

Miró el hombre con desconfianza y duda.

-No debes temer, somos amigos, admiradores de tu esfuerzo por encontrar tu ideal.

El hombre enfundó el machete y se dispuso a seguir a los indígenas. Su brazo no dejaba de temblar agitadamente.

Pudieron acercarse los guardias y reducirlo hasta obligarlo a entrar en el coche, con la cabeza protegida para evitar lesiones.

Los curiosos nos quedamos tristemente expectantes sobre la suerte que correría aquel individuo delgado como vara de mimbre.

domingo, 25 de febrero de 2018

47 La gárrula


La gárrula

Antonio García Velasco



Aunque era una gárrula de hermoso canto, terminó cociéndose en el puchero. Fue una cocción lenta para evitar la escisión o rompimiento de miembros: su propósito como cocinero era presentarla entera, como un pollo asado cubierto de salsa.

-Cuando aprieta la necesidad, dejamos atrás el arte. Cantaba mucho, ciertamente, y su canto era bello como el de un ruiseñor, aunque su grandor superase al de un ave de corral. Suficiente como para saciar, un día, nuestras hambres.

Los niños, al conocer la procedencia de la carne, comenzaron a llorar muy apenados y se negaron a probar bocado.

-Ya comerán: el hambre queda siempre por encima de los sentimientos de pena o de nostalgia.

-Ha sido cruel. No tenían que haberse enterado -dijo la madre.

-Han visto la jaula vacía. No podía negarles una respuesta veraz.

-Lo comprendo, pero ellos, no.

-Tenemos que encontrar solución a la penuria de no encontrar trabajo y vivir en la indigencia.

-Hacemos todo lo posible por encontrarlo. Pero está muy mal la situación.

-Mañana iremos a preguntar por el subsidio para parados de larga duración.

-He visto un anuncio: "Se necesita cocinera o cocinero", podemos probar, Emilio. Que te contraten a ti o a mí, lo mismo da.



Se tomaron la sopa y dejaron el ave sin probar. Fue lo único que comieron aquel día. Emilio cocinó con la carne unas croquetas: "Se la comerán así", pensaba. Los niños miraban la jaula con lágrimas en los ojos. Como consuelo, trataban de imitar el canto de la gárrula.



-No diremos que somos pareja -dijo la mujer.

-De acuerdo. Tú llegas primero y, después, pregunto yo por el puesto.



A María le hicieron una prueba y el plato cocinado les pareció exquisito, tan convincente como sus conocimientos culinarios. La prueba que realizó Emilio obtuvo resultados igual de satisfactorios que los obtenidos por María. "Ya te llamaremos" fue la respuesta a una y a otro.



Los llamaron a ambos: a María la contrataron como cocinera y a Emilio como ayudante de cocina. Pese a la diferencia de categoría, sus sueldos quedaban igualados. Nada dijeron, pues, temían perder el trabajo, pero la empresa, una vez más, hacía evidente la diferencia salarial entre varón y mujer.

Los niños devoraron las croquetas.

Ellos trabajaron durante varios años en el restaurante y nada dijeron de su relación de pareja. Después montaron su propio negocio de comidas caseras a domicilio. Lo llamaron La Gárrula.


sábado, 24 de febrero de 2018

46 El castillo de Turón


El castillo de Turón

Antonio García Velasco



Dijo "turón". Entendí “hurón”. “No, aclaró, digo Turón”. Y no sabía si se refería a ese animal mamífero carnicero. de cuerpo flexible y prolongado, que despide olor fétido y se alimenta de caza; si mencionaba el deporte originario de Uzbakistán; si estaba hablando del municipio de Granada; si de la parroquia del concejo de Mieres; si de la ciudad del estado de Kansas o del río de la provincia de Málaga.

-Me refiero al castillo de Turón, esa fortaleza en el municipio de Ardales en la provincia de Málaga -explicó. En un principio, era la fortaleza defensiva de una ciudad ibérica y, ya en tiempos de dominio visigodo, en una de sus rudas habitaciones tuvo lugar la declaración de amor más arriesgada que conoce la Historia. Corría el año 713 y la ciudad estaba rodeada por los musulmanes invasores de la Península. Pese a los peligros inminentes, él dijo:

-Nada me importa claudicar ante los enemigos si tú accedes a mi petición de amor.

-Creí que nunca me lo pedirías -respondió ella.

-¡Oh, amada mía! -y la abrazó y la besó y fue correspondido y quedaron desnudos uno junto a otro en una apasionada entrega amorosa.

Inútiles resultaron los pavorosos gritos de la gente asustada por los asaltantes. Sordas quedaron las voces de los soldados dando instrucciones para acometer o resistir el asalto. Nada escucharon del fragor de la batalla. Cuando irrumpieron en la semioscura habitación, el aguerrido Hafsún, con toda su fuerza, arrojó su lanza contra el bulto que se movía bajo las cobijas del lecho. Los amantes quedaron atravesados de forma mortal. Lo que fuera deleitante flecha de Cupido se había convertido en mortífera jabalina. Cuando retiraron la cubierta, descubrieron dos cuerpos enlazados por el amor y por la muerte, Eros y Tánatos se habían encontrado en aquellos dos enamorados.

-Escogieron mal el momento de amarse -comentó conmovido el capitán Hafsún. Siempre creí en la fugacidad del amor, pero nunca que fuese tanta.

Cubrieron los cadáveres, cerraron la puerta de la sala y se incorporaron a la conquista de la fortaleza.

Aquella ciudad de origen ibero quedó en manos musulmanas el tremendo año de 713. Con el tiempo, el castillo llegó a formar parte del arco defensivo de Bobastro creado por Omar Ben Hafsún, un posible descendiente de aquel invasor que nunca pudo olvidar el terrible coito interrupto del que fue causa.

Siglos después, los nazaríes granadinos renovaron el castillo para defenderse de los cristianos, quienes, finalmente, lo conquistaron en 1433. Con la renovación, desaparecieron las voces lastimeras que sonaban en el cuarto del amor frustrado desde aquel día del año 713.




viernes, 23 de febrero de 2018

45 La silvita


La silvita

Antonio García Velasco



Fueron a consultar al adivinador. Éste, tras un interrogatorio que hizo pensar que era juez o fiscal más que adivino, dijo sin más:

-Silvita. Extrajo el compuesto letal de la silvita.

-¿Quién, cómo? -preguntó uno.

-¿Quieres decir que murió asesinado? -inquirió el otro.

Y respondió el consultado:

-Quiero decir lo dicho. Nada puedo agregar. Nada debo añadir. Nada adicionar puedo.



La silvita, averiguaron, es una roca salina cuyo componente es el cloruro potásico, empleado en las ejecuciones como inyección letal.

El presunto asesino era químico. Pero ¿qué interés podría tener en matar a su cuñado Anselmo? La hermana, es decir, la esposa, ya viuda, de Anselmo parecía feliz en su matrimonio, aunque ya discurriera por las vías de la costumbre, la serenidad de las relaciones, la rutina de la cotidianidad. Nunca se había lamentado de malos tratos. Jamás sufrió síntomas que pudieran justificar las quejas. ¿Por qué, pues, su hermano iba a privarla de su compañero?



Investigaron los mensajes de WhatsApp.

"Te aseguro que soy capaz de todo como prefieras a mi hermana".

"Con tu hermana estoy casado".

"No hay fuego en las relaciones con ella y fuego vivo tendrías a mi lado".

"Nos hemos llevado bien, cuñado. No quieras estropear estos años de convivencia".

"Es inevitable lo que siento por ti. Y me consta lo que tu sientes. No te engañes".

"¡Por el amor de Dios! ¡Por el amor a tu hermana!"

"Por el amor a ti... Te aseguro que soy capaz de todo".



Preguntaron a Silvia, la viuda:

-¿Sospechaba de la posible homosexualidad o bisexualidad de su marido?

-Mi marido cumplía como marido y nunca tuvo gestos de gay.

-Su hermano de usted, según parece, estaba enamorado de Anselmo.

-¡No me vengan con calumnias, no me vengan con esas barbaridades! -y se lanzó al abismo del llanto, al río turbulento de las lágrimas.

-Debe calmarse, señora. Estamos corrientemente realizando un trabajo de investigación, aunque con la lentitud de un caracol. La muerte de Anselmo se produjo por cloruro potásico y su hermano de usted es químico.

-¡Aahhh! ¿Están acusando a mi hermano de la muerte de mi marido? -continuó arrastrada por la turbulencia incontenible del río de sus lágrimas.

Tuvo que ser atendida a causa de su estado de intensa y anhelante excitación nerviosa. Dejaron para otra ocasión el interrogatorio.



-He perdido a mi marido y ahora quieren quitarme a mi hermano, la única familia que tengo -se dijo Silvia al quedarse sola-. No lo consentiré de ninguna de las maneras. ¡Por Dios que no lo consentiré!

jueves, 22 de febrero de 2018

Se reanudará la publicación de cuentos breves

Se reanudará la publicación de cuentos breves

Por razones como la participación en los actos FRONTERAS DE SAL y la entrega a Emilio Lledó del Premio Erasmo de Róterdam de Humanismo Solidario , por la dedicación a preparar la conferencia que anunciaba en la entrada anterior y otras, durante estos últimos días, desde el 13 de febrero, no he publicado el cuento breve diario. No conseguía el tiempo necesario para escribir. Ni acaso el clima que requiere la escritura. Tan sólo salió de mi pluma un poema inspirado en el lema de las jornadas citadas, "Fronteras de Sal". Lo reproduzco. Como título el referido lema:

* NINGÚN SER HUMANO ES ILEGAL. MÁLAGA, CIUDAD ABIERTA

Necesario no es que justifiques tu existencia
con un certificado.
Estás aquí, me consta. Papeles se nos piden
por control de buró.
Pero yo no preciso que me muestres
documentos del miedo y los recelos.
Marcaron las fronteras
por intereses burdos y temores:
                pertenecemos a una especie ruda
               que vive de rapiñas.
Recelamos los unos de los otros.
Pero hoy por hoy me visto de esperanza
y no quiero papeles.
Tan sólo quiero manos
abiertas de acogida.
La mano solidaria de un hermano.
No somos ilegales los humanos,
estemos donde estemos,
estemos donde guerras miserables
nos arrojen o pierdan,
estemos donde el hambre
nos ponga de patitas,
estemos más allá
de nosotros incluso.
Papeles no preciso que me digan
que existes, ser humano.
No somos ilegales ni tú ni tu familia,
ni yo ni mis amigos, mi familia
o esa persona extraña que me tiende su brazo.
                (Antonio García Velasco. Málaga. febrero 2018)

lunes, 19 de febrero de 2018

Conferencia "¿Machado vs. Machado?"


Conferencia

Organiza Asprojuma. Coordina Antonio Porras Cabrera





Lugar:
Salón de Actos del Rectorado. Planta superior.  (Avda. Cervantes-Paseo del Parque)

Día y hora:
20 de febrero 2018,
         a las 19 horas.

Título:
 ¿Machado vs. Machado?

Por Antonio García Velasco

Dos hermanos de vidas, ideologías y obras paralelas, de colaboración en obras teatrales y que, por la circunstancia de la guerra civil de 1936-1939 se ven separados y en zonas encontradas. ¿Qué tipos de prejuicios hace que la crítica se vuelque en uno e ignore al otro, preste atención a Antonio y olvide a Manuel? Toda poesía tendenciosa es rechazable y ambos la escribieron. ¿Por qué persiste la actitud crítica que ha dominado durante más de medio siglo?

martes, 13 de febrero de 2018

44 La fuerza de voluntad


La fuerza de voluntad

Antonio García Velasco



Una pitillera repleta de cigarrillos, arrojada despreciativamente a un rincón fue señal suficiente para su conjetura:

-Había renunciado a fumar y, al verse impelido a tomar un cigarro, arrojó la cigarrera con rabia. Estaba dispuesto a dejar el tabaco. Durante un tiempo llevó el estuche para demostrarse a sí mismo que su voluntad era firme.

-Nada tiene eso que ver con la muerte -apuntó el compañero-. Al menos yo lo veo de ese modo.

-Es un dato de sus últimas vivencias y, posiblemente, de su actitud.

-Que fumara o no fumara es algo ajeno a un suicidio o un supuesto asesinato.



Una vez desbloqueada la clave del ordenador, los archivos del disco duro y el historial de navegación revelaron que, presuntamente, Machado López era un maniaco de la perseverancia y la fuerza de voluntad. Miles de imágenes coleccionaba en la carpeta "Voluntad": una manzana y unas onzas de chocolate, junto a aquélla, "Yes" y junto a estas, "No"; un presunto Sísifo empujando una bola de roca hacia arriba por la falda de una montaña; una hormiga levantando un leño por encima del rótulo "FUERZA DE VOLUNTAD"; cartelones con eslóganes como "Deja de decir desearía, lo haría y comienza a decir LO HARÉ"...

-¡Un momento! - detuvo Fermín Castro el pase de diapositivas-. "Deja de decir... comienza a decir LO HARÉ"... Y lo hizo.

-¿Crees que lo hizo para demostrarse a sí mismo que era capaz? ¿Como si de dejar de fumar se tratara? -preguntó el compañero.

-Observa la siguiente: "Lo haré porque puedo. Puedo porque quiero. Quiero porque dijiste que no podía".

-¿Y lo hizo?

-Lo llevó a término, ciertamente.

En aquellas conjeturas estaban cuando llegó el informe con la nueva de que Machado López había sido asesinado y no se trataba de un suicidio, como se había creído.

-¿Asesinado? La disposición del tarro de las pastillas ingeridas hacía pensar que las tomó por propia voluntad.

-Pero se han descubierto marcas de violencia de quienes lo obligaron a ingerir las cápsulas. Aparecía vestido, trajeado y dispuesto su cuerpo en posición milimétricamente calculada para inducir la idea de suicidio.

"La voluntad fuerte es la mejor ayuda para alcanzar tus metas", figuraba en la siguiente diapositiva que, de modo indolente y mecánico, había pasado el inspector. "La fuerza de voluntad es el impulso interior que nos lleva a vencer los obstáculos y a lograr nuestras metas".

-Nadie puede tener la meta de morir.

-¡Los suicidas! Esas marcas que revela autopsia podrían haberse producido con anterioridad…

-Y los asesinos bien pueden establecer la meta de matar y procurar que su crimen quede impune.

-¿Con quién vivía Machado López?

Los interrogatorios a los vecinos más próximos revelaron que, con relativa frecuencia, lo acompañaba una mujer. Logró la policía confeccionar un retrato robot de la pareja, ocasional o de hecho, del difunto. Dieron la orden de búsqueda y captura.

Pero nunca hubo una mujer en la vida de Machado López, pues también descubrieron su homosexualidad.

Por conservar su prestigio y bajo el prejuicio de que su condición sexual le haría perder su clientela, el abogado Machado López hizo siempre que su pareja lo acompañara en sus encuentros amorosos con disfraz de mujer. No cabía otra explicación.

-¿Y el móvil del crimen?

Se rascó la cabeza el inspector jefe con la mano de la duda.

-Por lo pronto, el ordenador y las imágenes de la carpeta no pertenecían a él, sino a su compañero -concluyeron. Necesitamos una foto de ambos, una pista que nos lleve a descubrir al misterioso gay.

No fue necesario indagar mucho más: una mañana, a primera hora, se presentó un individuo en la comisaría con una cantinela que repetía sin cesar: "Fui capaz, fui capaz. Lo amaba demasiado y no quería depender de mi pasión por él. La fuerza de voluntad me llevó a hacerlo para liberarme de la dependencia y, ahora, me doy cuenta de no puedo vivir sin su amor".


lunes, 12 de febrero de 2018

43 El desafío de los tiempos




El desafío de los tiempos

Antonio García Velasco



El que comenzó siendo acólito del impresor y terminó de maestro poseía un carácter huraño. Sus amistades coincidían en hablar de su "mala bilis". Era eficaz en sus trabajo y las planchas que componía -¡oh tiempos de composiciones manuales anteriores a la linotipia y el offset!- carecían de erratas.

Cuando, setenta años después de que Ottmar Mergenthaler, en 1886, inventara la linotipia, la imprenta adquirió una de aquellas máquinas de segunda mano, Tomás María se sintió desplazado y su humor se hizo más viscoso y amargo.

-Bilis malísima -sentenciaron sus amistades.

No atinaba a componer páginas por medio del nuevo instrumento, aunque el técnico contratado le demostraba las ventajas en rapidez y eficacia.

-Pero, con tanta rapidez, por la gloria de mi madre, saca más erratas que yo manualmente. ¿Dónde está la ventaja? Lo que se gana en rapidez se pierde en correcciones.

-Es cuestión de habilidad, de acostumbrarse a su manejo.

Se lanzaron la tipografía del desafío: tendrían que componer diez páginas de libro sin permitirse una sola errata. Tomás a mano, a la antigua usanza y Albert Notario con la nueva máquina. Una vez que dieran por terminada su labor, cada error cometido sería penalizado con los minutos que acordaran.

El día señalado, al punto marcado por el impresor jefe, comenzó la prueba. Tomás se las arregló, para sigilosamente, lanzar un pequeño molde a las entrañas de la máquina. Ésta quedó paralizada mientras él seguía su composición manual.

La supuesta avería quedó solucionada por el técnico Albert que, pese a la demora, dejó sus páginas listas para la impresión antes de que Tomás sobrepasase la número cinco. Al verse derrotado estalló en cólera y a punto estuvo de destrozar la linotipia a martillazos.

Fue despedido pese a los años de maestro impresor.

-No has sido capaz de adaptarte a los tiempos. Las técnicas avanzan y...

-Nos hacen perder el empleo.



Años después, el hijo de Tomás desplazó al linotipista componiendo textos con un ordenador. Los autores llevaban en un disco su manuscrito y, con un programa de edición, quedaba listo para la imprenta en pocas horas, aunque fuese tan extenso como la Biblia. El viejo acólito del impresor no podía dar crédito a lo que estaba viendo.

-Papá -dijo el joven Tomás-, tu despido ha sido vengado: se compone con ordenador y se imprime en offset.

-Otro vendrá que de tu puesto te echará -fue la lacónica y malhumorada respuesta del padre.

-No tienes motivos, papá, para tan mal humor.

-¡Que sabrás tú, hijo mío, que sabrás tú!

Nunca supo el hijo la causa de aquellas bilis del padre, nunca. Tampoco sus amigos. ¿Acaso lo sabría la madre de Tomás?

domingo, 11 de febrero de 2018

42 El disidente


El disidente

Antonio García Velasco



Dejó un amplio conmonitorio sobre las exigencias de su particular religión, por lo que fue tachado de hereje. Pero llegó un fanático, un extremista, un intolerante y prendió fuego al manuscrito. Apenas si pudimos rescatar del fuego unas cuantas páginas, no completas. Como lema general anotaba en la cabecera de cada página: "Debemos liberarnos de Dios para llegar a Dios".

Hemos reconstruido con esfuerzo el capítulo de la urbanidad, palabra y valor en desuso desde que algunos dejamos la escuela. ¡Y tanto que ha llovido o dejado de llover desde entonces! Decía que "cortesanía, buen modo, atención y comedimiento" (significado libresco de urbanidad) eran actitudes que facilitan la vida y la convivencia.

"Desterremos los malos modos y todos ganaremos para el bien de todos". Un mal modo, por ejemplo, será robar, en cualquiera de sus formas. Lo sustituimos por "buen modo", razonaba, y no tendríamos ladrones en el mundo. "Y Dios lo premiará, premiándonos a todos", concluía.

"Tengamos cortesanía los unos con los otros y habrá entendimiento, se limarán asperezas nacidas de los egoísmos personales y, entre todos, se buscará el bien común".

"Atención es prestar auxilio, acoger favorablemente, tener en cuenta al otro" y la atención queda incluida en la urbanidad.

"Ah, y comedimiento que es moderación o servicio prestado con buena disposición y ¿qué mejor actitud de unos para con otros". Lo digo y lo repetiré siempre, ¡urbanidad, urbanidad, urbanidad!

En tales tonos discurría su discurso en el conminatorio, o, mejor dicho, en los apuntes rescatados del fuego represor. ¿Quién no podía estar de acuerdo con sus doctrinas? ¿Qué intereses bastardos provocaron las llamas en aquel escrito? Podemos creer en el más absurdo o bendito de los dioses, pero ello no nos da derecho a destruir las ideas de otros o a quienes sustentan ideas contrarias a las nuestras. No podemos tratar de imponer por la fuerza nuestros criterios a nuestro prójimo.

Tendré que decir, como él, urbanidad, urbanidad, urbanidad. Que, por otra parte, procede de urbs, ciudad: la vida en la urbe sería imposible sin la virtud y el valor sobre el que tanto dejó escrito nuestro amigo el filósofo, adepto a la más extraña religión que vieron los tiempos. Por sus ideas fue denostado y perdió la vida. Y quemaron la mayor parte de su legado.

Hoy se quiere emular su ideología poniendo en las escuelas una nueva asignatura: Educación para la ciudadanía, aunque los políticos que diseñan los contenidos de ésta carezcan de urbanidad, tal como la entendía aquel hereje.


sábado, 10 de febrero de 2018

41 La rosa del parque


La rosa del parque

Antonio García Velasco



Cada vez que lo entrevistaban en la televisión, transcribían sobre su imagen las palabras de su farfulleo, pues, ciertamente, no hablaba, farfullaba. Tenían contratado a un especialista para que descifrara lo que quería decir. Sin que se enterara, pues temían que pudiera enfadarse y no concederles más entrevistas. Cierto que el farfulleo, como el tartamudeo, es un trastorno de la frecuencia, del ritmo, de la fluidez del habla. Normalmente se da en los niños y resulta raro llegar a la edad adulta y seguir con semejante trastorno. Él había pasado los veinticinco y farfullaba. Algunos de sus admiradores lo justificaban alegando que su pensamiento iba mucho más deprisa que la articulación de sus palabras, lo que producía su habla rápida y atropellada. Otros sostenían que, en realidad su cerebro no había madurado en la misma proporción que su habilidad con el balón y que, con tanto dinero como ganaba, bien podría contratar los servicios de un logopeda que le enseñara la correcta vocalización. La ortología es una especialidad lingüística o logopédica. Como se quiera.



-Venaquímuchacho -farfulló un día que paseaba por el parque.

El joven lo entendió por los gestos más que por el sonido de sus palabras. Se acercó a quién lo llamaba. Quedó paralizado al descubrir que se trataba de Taden, el considerado entonces como el mejor jugador de fútbol de todos los tiempos.

-Cortaunarosa -señaló al rosal próximo- yselallevasdemiparte aaquellaseñoritasentadaenelbanco, laqueleeunlibro.

-¡Qué!

-Noquieromecacenamícortandolaflor... seríaunmalejemplo. Peroquiero obsequiaralachica. Megusta.

El muchacho terminó comprendiéndolo y, tratándose de un ídolo del deporte, aceptó la proposición.



-De parte de Taden -dijo a la lectora, ofreciéndole la rosa.

-¿Taden? ¿Quién es Taden?

-Aquél -dijo el oferente-. Es el mejor futbolista del mundo -añadió bajando la voz.

-No entiendo.

-¿No le gusta el fútbol, señorita?

-No entiendo de fútbol. No me ha interesado nunca.

Mientras tanto, el deportista se fue acercando a la escena.

-Muy...muy.. buenas -dijo haciendo un gran esfuerzo para no hablar atropelladamente, aunque se le notaba el nerviosismo-. Disculpe... lohemandadoyo. Quiero obserquiarla.. con... unarosa...

-¿Por qué? -preguntó ella con escepticismo y gesto de incomprensión.

-Porquesí... Sinole importa.

El muchacho comprendió que ya nada hacía allí, dejó la rosa sobre el banco e hizo el gesto de retirarse.

-Espera -exhortó Taden-. Sacó del bolso una foto suya, la firmó y se la ofreció al zagal, junto con un billete de cincuenta euros-. Gracias, muchasgracias.

No lo dudó el joven. Recogió el regalo y se marchó contento: "Gracias, Taden. Suerte".

-Noesligue. Me gusta... gustaría... hablar... conusted.

Ella dijo: "No me gusta el fútbol ni me gustan los tatuajes". Se fijaba en los brazos del jugador.

-Tampocomegustaamileer -farfulló-. Bueno, sí, unpoco.

-¿A quién puede no gustarle leer? Leer es alimento para el cerebro y el pensamiento -sentenció ella.

Él recogió la flor abandonada por su recadero y se la volvió a ofrecer. Ella aceptó y se puso de pie.

-¿Seva?

-Gracias -respondió llevándose la rosa a la nariz.

-¿La...la...puedoacompañar?

Iniciaron el paseo.



Pasado un tiempo, Taden se borró los tatuajes en una clínica láser especializada y mejoró su habla. Leía libros incluso en el autobús camino de los entrenamientos. Laura Benítez accedió a asistir a los partidos de fútbol. La rosa del parque quedó disecada entre las páginas del libro cuya lectura acabó aquella misma tarde.


jueves, 8 de febrero de 2018

40 Los marginados


Los marginados

Antonio García Velasco



Habían desterrado toda suerte de inquina o rivalidad y gozaban de una época octaviana de paz absoluta. Todos se sentían colaboradores de todos y de cada uno. Como si gozaran de una etapa edénica y maravillosa.

Ciertos sectores económicos comenzaron a estar preocupados, pues consideraban que la guerra es más rentable que la paz.

-Resuelven los problemas a base de imaginación y buena voluntad. Si no disponen de otros medios, los inventan. Se ayudan demasiado unos a otros y ya no recurren a soluciones consumistas de compra y venta. ¿Cuál será nuestro papel en un mundo sin rivalidades, sin aspiraciones a ser más que otros por poseer lo que otros no tienen, sin rapiñas ni piraterías? Esta es una sociedad de conformistas y hedonismo barato. Tenemos que buscar soluciones. Los políticos están contagiados por el virus de la colaboración y el bien común y ni siquiera se suben los sueldos sin consultar al pueblo. ¿A dónde vamos a llegar?

-Tenemos que inventar nuevas formas de incitación y dominio, pues están obsoletas las que hemos venido utilizando. Todo el mundo está alfabetizado, se sienten iguales unos a otros, ni siquiera varones y mujeres se consideran rivales. Ni caso nos hacen a nosotros, los dueños del dinero. Se comportan como si vivieran al margen de la ambición de tener.

-Cerrar debemos los grifos de tanta felicidad: la felicidad no produce réditos.

-Paguemos a agentes agitadores que siembren la discordia y desestabilicen este sistema octaviano.

-¿Dónde encontramos semejantes mercenarios, si todos están contagiados por las mismas bacterias de inteligencia de paz y convivencia?

-Seamos nosotros los agitadores. Ellos nos han marginado, han prescindido de nosotros... Son nuestros enemigos.

-¿Y abandonar nuestra confortable mansión? ¿Y rebajarnos a puestos serviles propios de perros fieles? ¿Y exponernos a ser contagiados por los nuevos virus de la vida edénica para todos?

-Si queremos marcar las distancias que han caracterizado a la humanidad desde que el mundo es mundo y seguir siendo los dominadores, tenemos que aventurarnos.

-¿Y no valdría más integrarnos en el sistema? -propuso la voz discordante.

Todos lo miraron con si de un espía se tratase, como si fuese un agente subversivo que actuara por cuenta de los edénicos.

-Es una simple pregunta -se defendió el señalado.

-Significa que estás incubando el virus que se ha apoderado de la humanidad y la hace humanitaria.

Percibió la amenaza y salió precipitadamente de la sala de reuniones.

Los más decididos corrieron tras él. Le dieron alcance en el último peldaño de la escalinata exterior y lo molieron a golpes.

Ni siquiera el cadáver encontrado en la zona de los marginados capitalistas alteró la paz de la cotidianidad ciudadana.


39 El crítico y la joven novelista


El crítico y la joven novelista

Antonio García Velasco



Aquel nigromante se transformó en crítico literario después de realizar los estudios de filología hispánica y un máster en teoría literaria. La síntesis entre su magia negra o diabólica y los juicios sobre la bondad, verdad y/o belleza de la poesía, la novela o el cuento, pronto, le proporcionó la fama de mejor y se lo rifaban las grandes editoriales para que se ocupara de las obras que publicaban.

Decidió, pues, con el beneplácito de las empresas editoras, firmar unas reseñas con el nombre de Leopoldo Llorach y otras, con el de Santiago Saavedra. Sus dictámenes hacían vender libros que, en definitiva, era el objetivo. Como tenía trabajo de sobra, rechazaba cualquier libro que le llegaba de los autores jóvenes que todavía creían en que los críticos y los programas de libros en televisión o radio respondían a la búsqueda desinteresada de calidad y sólo calidad.

Un día recibió la novela, opera prima, de Margarita Verdejo, una joven andaluza de gran belleza y pluma singular. Se sintió atraído por la foto de la contraportada y decidió comprobar si el libro respondía a los mismos cánones que la joven autora.

Se percató de la originalidad de la trama, la acertada caracterización de los personajes, la agilidad de la pluma y las habilidades para despertar la intriga en cada uno de los párrafos de la narración.

Como había tirado el sobre en el que llegó el libro a sus manos, no sabía si lo había recibido Santiago o Leopoldo y dudada sobre el nombre con el que debía firmar la crítica.

Optó por buscar a la autora personalmente, ya que, tarde o temprano propiciaría el encuentro y le propondría salir a tomar una copa con la intención de seducirla.

Aprovechó un encuentro de narradores andaluces para viajar a Málaga y tratar de conocer a la joven autora. "¿Me presentaré como Leopoldo o como Santiago? ¿Acaso con mi verdadero nombre con el que empecé a escribir crítica?"

En la habitación del hotel malagueño de su hospedaje, celebró un ceremonial nigromante para decidir lo más conveniente para sus pretensiones de seducción.



-¿Margarita Verdejo, verdad?

-Oh, usted es Fausto Bermúdez, el gran crítico literario que unas veces firma como Leopoldo Llorach y otras, como Santiago Saavedra. ¡Tanto gusto! -dijo la escritora alargándole la mano.

-El gusto es mío, señorita. Tengo escrita la reseña de tu magnífica novela. Haré que sea el éxito de ventas que merece una obra como la tuya.

-Oh, será magnífico. Me conformo con vender los doscientos ejemplares de la edición y recuperar el dinero invertido.

-Modesta aspiración teniendo en cuenta la calidad de tu narrativa.

-Muchas gracias -sonrió la autora-. No aspiro, de momento, a más.

-Influiré para que la segunda edición venga de las imprentas de una gran editorial.

-Las grandes editoriales ya me comunicaron su rechazo a publicar mi obra.

-¡No consentiré semejante atropello! Ven conmigo al hotel, te leeré la reseña que tengo en ordenador y serás testigo del correo electrónico que pienso escribirles a esos editores de pacotilla que nada entienden de literatura y sólo de vender libros.

Rechazó la joven la invitación alegando que tenía que verse con su novio antes de la mesa redonda que se iba a celebrar en el Ateneo.

Fausto puso la mordaza del veto tanto a Santiago como a Leopoldo: Margarita Verdejo trata todavía de vender los ciento setenta ejemplares que, tras los regalos pertinentes, aún le quedan de la primera edición de su libro.