Rezo y tisana
Antonio García Velasco
Antes
de acudir al rezo diario, mandó que le prepararan una tisana y se la bebió. No
estaba muy seguro de si el cocimiento de hierbas le sería beneficioso, pero le
habían afirmado que era muy bueno para la salud y, si algún día no lo tomaba,
se sentía desasosegado. Para rezar tomó un libro de oraciones, regalo reciente
del obispo, lo abrió por una página cualquiera y comenzó a leer: "Señor de las almas, de los cuerpos, del
Universo entero, ten piedad de este pobre pecador. Con manifiesta humildad me
dirijo a Ti para pedirte la paz en el mundo, la aniquilación de la pobreza, la
conversión en humanos de los gigantes adinerados que manejan los hilos de esta
sociedad..." Se detuvo y soltó la cruceta del títere con el que jugaba
mientras rezaba. Inmediatamente cayó la bolsa a niveles propios de una inquietante
crisis.