miércoles, 23 de diciembre de 2009

UN CUENTO DE NAVIDAD

Un cuento de Navidad

Antonio García Velasco

Desde su perspectiva de hombre enamorado, ella era la mujer más hermosa del mundo. Sin embargo, desde el punto de vista de otro cualquiera, ella era… hermosa en extremo, posiblemente más que otra mujer del mundo. Estaba convencido de que ella lo amaba y, por tanto, su único temor era pensar que Dios pudiera elegirla para madre de su segundo hijo. Si bajara el arcángel a hacerle la anunciación de que concebiría por obra y gracia del Espíritu Santo, él se revelaría hasta el punto de renunciar a su fe y proclamar a los cuatro vientos la injusticia divina. No tenía madera de santo José y, ni por Dios, estaba dispuesto a renunciar a su amada, bella entre las bellas, hermosa como ninguna.

Cuando escuchaba hablar del hambre en el mundo, de la crisis económica afectando sólo a los que menos poseen, de las desigualdades entre ricos y pobres, de la corrupción y la miseria, de la maldad reinante, de la degeneración humana, de la indiferencia de los poderosos ante las enfermedades graves pero curables, de las flagrantes injusticias… cuando, en fin, oía afirmar que es la hora de una segunda venida del Mesías, se ponía a temblar, seguro de que Dios escogería para encarnar a su hijo a la mujer más hermosa de la tierra, y esa era ella, su amada. Y como la quería por encima de todas las cosas, terrestres o celestiales, chabacanas o sublimes, no estaba dispuesto a renunciar a su amor. No se resignaría como San José, pobre hombre, impresionado porque su desposada había sido elegida por la Divinidad como madre del Redentor. Por buenazo, aceptó complacido, protegió a María contra las habladurías y fue como un padre terrenal para el hijo de Dios. Él no estaba dispuesto a semejante sacrificio. Incluso, a veces, siendo partidario de la vida y respetuoso con los no nacidos, hasta se daba en pensar que, si a Dios se le ocurría engendrar en su amada, por muy divino y redentor que fuese el engendro, aprovecharía la ley Aído y la llevaría a una clínica pública o privada. Que lo supiera Dios que con él no se jugaba así como así.

En otros momentos, temía el enfrentamiento con el Todopoderoso, ya que se consideraba un pobre mortal, sin más oficio ni beneficio que su carrera universitaria y un trabajo mal remunerado de técnico en telecomunicaciones. Eran momentos de abatimiento y celos que desaparecían al verla a ella, radiante como una diosa, perfecta como un amanecer, sublime como la música de Mozart. “Oh, Bibiana, mi Bibiana”. Y se crecía hasta sentirse capaz de todo con tal de ser el único.

Bibiana, además de bella, era creativa, sociable, dinámica e independiente. Respetaba la forma de pensar de los demás, a los que escuchaba con gran interés. Por ello era muy querida por sus amistades. Y, sobre todo, por él, que tan profundamente enamorado se mostraba.

Un día apareció turbada, inquieta, temerosa. Y, al mismo tiempo, complacida, llena de gracia entre todas las mujeres, feliz. No se atrevía a confesar los motivos de su estado de ánimo. Pero él lo supo desde el primer momento: sus temores se habían cumplido. Bibiana estaba embarazada. Era un 25 de marzo, día de la Encarnación. El niño-Dios nacería, como cada año, el 25 de diciembre. Pero él no estaba dispuesto a celebrar una nueva Navidad. Nunca más, una Navidad, aunque tuviese que renunciar a todas sus creencias y llevar a Bibiana a una clínica pública o privada.

sábado, 28 de noviembre de 2009

Reivindicación hispanogoda

Reivindicación hispanogoda

Antonio García Velasco
Antonio García Velasco

Me viene mi amigo Tomás con la siguiente confidencia: “No ignoro que mi reivindicación puede despertar la de otros muchos, la de todos los que tengan “memoria histórica”. Pero, dado que se ha levando la liebre momificada del "reconocimiento institucional de la injusticia que se cometió con los moriscos expulsados de España", yo reclamo el derecho a que se reconozca que aquella invasión musulmana que se inició en la Península Ibérica en el 711, atropelló a mis antepasados. Las hordas moriscas, o como se llamaran, arrasaron las tierras de mis tatatarararabuebuebuelos, destruyeron la hacienda familiar, arrasaron las cosechas, impusieron su ley con el imperativo de las armas y la fuerza bruta.

“Fue una ocupación rápida, en el 720 ya dominaban la Península, salvo pequeños grupos de resistencia que, después, para, suerte o desgracia de la España actual, iniciaron la Reconquista. ¿De la que también se va a realizar “el reconocimiento institucional de la injusticia que se cometió expulsando de sus reinos a los que estaban asentados desde el 720 como mínimo”?

“No ignoro, amigo Antonio, que podemos envolvernos en una espiral de locura absurda, tan absurda como todo lo que procede de la locura y la mente de cualquier iluminado. Pero, guardo la memoria de mis antepasados, víctimas de una invasión expansionista y dominadora, de gentes y soldados armados procedente de la Península Arábiga, tras conquistar con iguales métodos el Magreb, Libia, Egipto, etc. Es cierto que en aquellos reinos visigodos que sufrieron la invasión y conquista reinaba el caos y las luchas internas por el poder –la monarquía debilitada, los nobles agrupados en bandas partidistas luchando por el trono…-, pero los asuntos internos en estado lamentable, ¿justifican la invasión de los foráneos, con credos religiosos ajenos y una cultura tan diferente a la propia? ¿Quién determina, por otra parte, que los asuntos internos de cualquier reino van tan mal que es preciso invadirlo?

“Me ha llegado la noticia de que la hija de aquel antepasado estaba tranquilamente cantando una jarcha de lamento por la tardanza de su habibi, su amado. Un tropel de caballos la sorprendió y lo que era espera de enamorada se convirtió en atropello y violación. A lo mejor soy descendiente de aquella joven cantaora de jarchas y de un desalmado invasor. Mi reivindicación cobraría aquí una nueva dimensión que se añadiría a la espiral del desatino. Estoy reuniendo datos para añadirlos al dosier de mi reclamación y, juro, por Dios o por Alá, que la presentaré en las instancias correspondientes para que se admita el "reconocimiento institucional de la injusticia que se cometió con mis ascendientes hispanogodos”. No pediré que se solucione el caso con “vocación subvencionadora, asistencial y paternalista”, tal como suele ser habitual en estos pagos -¿de pagar le viene el nombre?-, pero sí, como poco, el reconocimiento del atropello ancestral”.

Escuché con paciencia a mi amigo y hasta le ofrecí hablar del asunto. Cumplo el ofrecimiento y que siga la racha de prestar atención a lo liviano cuando existen asuntos tan serios que solucionar.

lunes, 12 de octubre de 2009

José Emilio Pacheco y el amor mexicano a los poetas

Pacheco y el amor mexicano a los poetas
Antonio García Velasco

El periodista que hace la entrevista al poeta mexicano José Emilio Pacheco, publicada en El País -10-10-2009-, termina afirmando: “A finales de noviembre, en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, mil jóvenes se reunirán con Pacheco para celebrar su 70º aniversario. Porque su poesía "es de todas partes como la música". Porque en México aún se ama a los poetas más que a los futbolistas. Porque aquí "tal vez existe la esperanza".
No es frecuente que se ame a los poetas, al menos, de hecho. En teoría sí. Pero, ya lo dice el refrán: “Obras son amores y no, buenas razones”. Las buenas razones son palabrería, como la acostumbrada por los políticos, en las épocas de elecciones, aunque preciso es recordar que en España, siempre estamos en momentos de “pedagogía electoralista” o de “ataques pro-electorales al contrario”.
Cuando un poeta muere, sí, todo se vuelve elogioso, amoroso, lacrimoso. ¡Cuánto quisimos y admiramos al poeta difunto! ¡Cuánto y cuántos celebramos sus versos, cuántos! Se le organiza un festival de lecturas y hasta, a veces, un congreso especializado.
José Emilio Pacheco recibió el XVIII Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, cuya entrega será el próximo 17 de Noviembre. Este premio trata de reconocer el conjunto de la obra de un poeta iberoamericano. En este caso, el mexicano es premiado (a decir del miembro del jurado, poeta también y amigo del galardonado, Luis Antonio de Villena), por su quehacer "moderno" y también fiel "a la tradición clásica" por obras que aúnan "realismo", "ironía", "crítica social" y "amor".
Al comunicarle la noticia del premio -07/05/2009-, Pacheco anuncia que, tras nueve años sin publicar, tiene tres libros disponibles. Uno de ellos, La edad de las tinieblas, compuesto por poemas en prosa, ya ha sido publicado por Visor, Madrid.
Y volvamos al amor a los poetas. Se extrema el mundanal ruido futbolero por la lesión que sufre un futbolista galáctico, como si la pierna herida nos doliera a todos. Se hiere la poesía –no hace falta recordar cómo- y hasta salen defensores del autor de la patada lesionadora. Aquí, desde luego, no amamos a los poetas más que a los futbolistas. Esos amores solamente son mexicanos. Y vayamos a saber, para lamentar, si es nada más que la apreciación exagerada de un periodista sevillano, por más señas, llamado Pablo Ordaz, que ya nos lo decía el Arcipreste de Hita: “…como andaluz, / tomé senda por carrera”.

sábado, 3 de octubre de 2009

De Olimpiada y discursos presidenciales

De Olimpiada y discursos presidenciales
Antonio García Velasco

¡Qué pena, penita, pena! Madrid no será sede olímpica en 2016. El primer discurso como presidente del gobierno español y no como presidente, o lo que sea, de un partido político que le he escuchado a Rodríguez Zapatero ha sido en Copenhague, en la rueda de prensa anterior a la presentación de la candidatura de Madrid a ser sede de la Olimpiada de 2016.
Nos tiene acostumbrados a discursos electoralistas, a discursos demagógicos disfrazados de pedagogía para pueblo aborregado, a discursos pro PSOE, legítimos, sin duda, pero muy alejados de aquellos que pretenden ser gobernantes de todos (y de todas, que dirían los castizos de los políticamente correcto y gramaticalmente redundante e innecesario). Y, de pronto, a la altura de las circunstancias, un discursos como Presidente de todos los españoles. Iba conduciendo, escuchando la radio y estuve a punto de soltar el volante para aplaudir.
Pero, ni por esas, ni por Gallardón, ni por Esperanza Aguirre, ni por el rey, ni por la reina nos han concedido la Olimpiada. Se dice que los deberes iban hechos correctamente, que las cosas iban en condiciones. Mas, algo ha tenido Río de Janeiro y sus carnavales de mulatas y sensualidad. Brasil consolida un liderazgo en toda la América del Sur, país de economía emergente y deporte ejemplar, al menos en fútbol. Tendrá sus miserias, como cualquiera, pero tal vez, la organización de los Juegos Olímpicos en 2016 contribuya a su desarrollo. O incluso a fijar la atención mundial en un subcontinente que merece mejor suerte y menos explotación occidental de las que ha experimentado (suerte y explotación) hasta ahora.
Nos quedamos, pues, con el ejemplo de que, llegado el caso extraordinario, también José Luis Rodríguez Zapatero sabe dar discursos que, aunque relacionados con el deporte, son propios de un Presidente del Gobierno de toda España. Y no, por supuesto, como miembro de un partido, gobernante para un partido, con vistas a ser reelegido improvisando anuncios de efecto populista inmediato, pan para hoy y hambre, paro para mañana.

viernes, 2 de octubre de 2009

Literatura digital

El futuro del libro, el libro en el futuro

Los días 17 y 18 de Septiembre de 2009, asistí en Jaén a “Interliteral, II encuentro de literatura digital”. No es fácil tener una idea clara de lo que sea eso de “literatura digital”. Para unos, toda forma de literatura que llegue a nosotros codificada en bytes por medio de una pantalla, sea monitor de computadora, sea e-book o cualquier otro medio de mostrar textos digitalizados. Para otros es otra cosa, como un arte nuevo que no podría darse sin la concurrencia de un ordenador. Explicaron su obra autores de ideas y prácticas de creación colectiva de novelas en páginas Web, autores de blogs, teóricos de redes sociales, directores de publicaciones multimedia en Internet y un interesante y largo etcétera.
El representante de Google Books explicó el propósito de su empresa de digitalizar todos los libros y ofrecer la posibilidad de actuar como una librería virtual en la que el cliente puede hojear y ojear diferentes páginas de un libro, con la ventaja de que es posible teclear una consulta sobre cualquier palabra o tema que estén contenidos en un libro. Una máquina situada en cualquier librería (actualmente es exclusiva de empresas que pueden pagar unos 100.000 euros por ella, ignorando cuando les será rentable) nos imprimirá el libro bajo demanda, y nos lo dará encuadernado con su portada, en unos tres minutos. El libro habrá sido previamente digitalizado por Google. No acabará el libro, pero cambiará la forma de acercarnos al mismo. A menos, naturalmente, que existan Delegados municipales de Cultura –ejemplo sea Miguel Briones y la colección “Ancha del Carmen”- que borren de un plumazo las colecciones de poesía que alientan la creación de ciertos autores. No puede haber libro sin autor y los autores sienten el estímulo ante una colección que puede acoger su obra.
Los llamados libros electrónicos, con su formato similar al libro convencional, con su “tinta” especial que no molesta la vista después de unas horas leyendo, con la posibilidad de llevarlo incluso a la playa -¡cuidado entonces de no mojarlo!-, también estuvieron muy presentes en el encuentro de Interliteral. Te venden uno de estos chismes por menos de 300 euros, con unos mil libros en su memoria y la posibilidad de aumentar el repertorio con obras bajadas de Internet, ya pagando ya de modo gratuito.
La tecnología nos invade, nos condiciona, nos arrastra en su cauce. La llamada brecha digital es cada día mayor, separando a los iniciados de los que ni siquiera se han acercado. Cambiará el libro, pero continuará existiendo la literatura, la poesía. Pese a los bomberos quemalibros. Pese a que no interesa que la gran masa lea, pues leer hace pensar y el poder sigue viendo un peligro en el ciudadano que lee y es crítico, es decir, en el ciudadano que no se deja engañar ni manipular.