lunes, 12 de octubre de 2009

José Emilio Pacheco y el amor mexicano a los poetas

Pacheco y el amor mexicano a los poetas
Antonio García Velasco

El periodista que hace la entrevista al poeta mexicano José Emilio Pacheco, publicada en El País -10-10-2009-, termina afirmando: “A finales de noviembre, en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, mil jóvenes se reunirán con Pacheco para celebrar su 70º aniversario. Porque su poesía "es de todas partes como la música". Porque en México aún se ama a los poetas más que a los futbolistas. Porque aquí "tal vez existe la esperanza".
No es frecuente que se ame a los poetas, al menos, de hecho. En teoría sí. Pero, ya lo dice el refrán: “Obras son amores y no, buenas razones”. Las buenas razones son palabrería, como la acostumbrada por los políticos, en las épocas de elecciones, aunque preciso es recordar que en España, siempre estamos en momentos de “pedagogía electoralista” o de “ataques pro-electorales al contrario”.
Cuando un poeta muere, sí, todo se vuelve elogioso, amoroso, lacrimoso. ¡Cuánto quisimos y admiramos al poeta difunto! ¡Cuánto y cuántos celebramos sus versos, cuántos! Se le organiza un festival de lecturas y hasta, a veces, un congreso especializado.
José Emilio Pacheco recibió el XVIII Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, cuya entrega será el próximo 17 de Noviembre. Este premio trata de reconocer el conjunto de la obra de un poeta iberoamericano. En este caso, el mexicano es premiado (a decir del miembro del jurado, poeta también y amigo del galardonado, Luis Antonio de Villena), por su quehacer "moderno" y también fiel "a la tradición clásica" por obras que aúnan "realismo", "ironía", "crítica social" y "amor".
Al comunicarle la noticia del premio -07/05/2009-, Pacheco anuncia que, tras nueve años sin publicar, tiene tres libros disponibles. Uno de ellos, La edad de las tinieblas, compuesto por poemas en prosa, ya ha sido publicado por Visor, Madrid.
Y volvamos al amor a los poetas. Se extrema el mundanal ruido futbolero por la lesión que sufre un futbolista galáctico, como si la pierna herida nos doliera a todos. Se hiere la poesía –no hace falta recordar cómo- y hasta salen defensores del autor de la patada lesionadora. Aquí, desde luego, no amamos a los poetas más que a los futbolistas. Esos amores solamente son mexicanos. Y vayamos a saber, para lamentar, si es nada más que la apreciación exagerada de un periodista sevillano, por más señas, llamado Pablo Ordaz, que ya nos lo decía el Arcipreste de Hita: “…como andaluz, / tomé senda por carrera”.

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