domingo, 30 de diciembre de 2018

77 El rescate


El rescate



Antonio García Velasco


Sin duda alguna lo salvó el cayo. Lo arrastraba el río y pudo librarse de la corriente al alcanzar aquella isleta baja y arenosa. Mas era grande la crecida y corría el peligro de que la pequeña superficie quedara desbordada por la corriente.

Su inquietud aumentaba en la medida del agua del cauce. Se sentía exhausto, empapado, con el frío helándole hasta la médula de los huesos, sin fuerzas para nadar de nuevo y arribar a la orilla más próxima. La superficie de la islilla se achicaba. Un milagro, apenas, pudiera salvarlo.

Pensaba arrepentido en el bofetón que había propinado a su pareja cuando ésta le dijo que no servía ni para besar el suelo que ella pisaba. Había mantenido una fuerte discusión con la mujer que terminó con el violento golpe que la tumbó en el suelo y su salida de casa dando un tremendo portazo. Se le avivó la imagen de ella, vestida con refajo y ridiculez, vociferándole como si disfrutara humillándolo. Nunca había sido su intención ser protagonista de un episodio de violencia machista. Incluso había participado en manifestaciones ciudadanas reclamando solución al grave problema que supone la violencia de género. Por la orilla del río caminaba maldiciente y pesaroso, cuando lo sorprendió la tromba de agua y fue arrastrado a la vertiente. Se defendió como pudo de la fuerza de las aguas hasta que llegó, más empujado que voluntariamente, al cayo salvador.

El agua crecía como su sofoco. A punto estaba la desaparición visual de la isleta. El agua comenzó a cubrirle los tobillos. Gritó una vez más pidiendo auxilio, a sabiendas de la inutilidad de sus voces. No le quedaba mente para el análisis racional de la situación. Sus ropas mojadas, el frío que calaba sus entrañas… El agua seguía creciendo. Sus gritos desesperados le desgarraban la garganta. Elevó los ojos al cielo pidiendo perdón y clemencia. No volvería a levantar la mano a una mujer, por más que ésta lo insultara, lo ninguneara, le minase su autoestima con comentarios hirientes. A lo mejor ella lo había denunciado. Acaso la policía lo estaría buscando para llevarlo al calabozo. Un amigo suyo fue denunciado por su esposa acusándolo de haberle propinado una bofetada y durmió una noche en la cárcel. La riada cubría las arenas del cayo y amenazaba con arrastrarlo. El agua le llegaba a las rodillas. Hacía ímprobos esfuerzos por mantener el equilibrio.

-¡No puedo más, Dios mío!

El milagro se produjo en forma de helicóptero de la guardia civil que irrumpió en el aire y le arrojaba una escala salvadora. Subió con ayuda de un agente.

-Dormiré en el calabozo, ¿no es cierto? -dijo en cuanto se vio salvado- Ella me ha denunciado, ¿verdad?

Los agentes pensaron que deliraba a consecuencia de la hipotermia y del sufrimiento traumático por el peligro del que lo habían librado. Trataron de sosegarlo mientras volaban hacia el hospital clínico, donde esperaba la camilla de los auxilios inmediatos.

-Me ha denunciado, ¿verdad? ¿Tengo que dormir en el calabozo?

-Esta noche dormirá en el hospital. Y deje de pensar en tonterías.

-No son tonterías. Ella me habrá denunciado.

Le proporcionaron un tranquilizante que le hizo relajar la tensión y dormir.

Al abrir los ojos a la mañana siguiente, se encontró con Adela, su esposa. Quedó sobrecogido, asombrado, inerme.

-Prometo que no volveré a hacer comentarios que te coman la moral -dijo ella-. Espero que me perdones.

Él la atrajo a sus brazos y comenzó a llorar.


miércoles, 5 de diciembre de 2018

El icono del Dios


El icono del Dios

Antonio García Velasco



Icono o ícono significa literalmente «imagen», es una obra de arte religioso.



Imaginemos una religión que establezca como único mandamiento inviolable que cada adepto lleve consigo un icono del Dios. Será un icono que nos atrape, que nos esclavice, que nos manipule, que se nos imponga, que anule nuestra voluntad de resistencia, que lo busquemos como quien busca aire para respirar, que nos complazca, que se nos haga imprescindible.

El adepto ha de estar permanentemente atento a la imagen del Dios que encierra, expresa u ofrece el icono. Ha de lanzar oraciones por su medio ya sean orales o escritas, aunque éstas aparezcan con faltas de ortografía y abreviaturas ambiguas.

El adepto no podrá dejarse el icono en casa o alejado de su persona y debe tenerlo siempre a punto para responder. Si no fuese así, ya se encargarán otros de recordarle la obligación de respuesta inmediata a las demandas recibidas.

Se irá por la calle tecleando letras para formar sílabas, para reproducir palabras, para crear oraciones. O bien atendiendo a las oraciones de otros fieles, forofos, adeptos, enganchados a esta doctrina exigente e inquebrantable.

El icono, en nombre del Dios, exigirá la visión de imágenes o la captura de lo reflejado en las ventanas que recuadre el marco del propio instrumento. Posteriormente, estas capturas se han de compartir.

La devoción de cada uno llevará a dar prioridad a las demandas del icono sobre la presencia de otros. Si dos o más están sentados en la terraza de un bar, en el banco de la calle, parque o plaza, y el icono lo demanda, el demandado ha de atender el aviso antes que seguir en la conversación con los reunidos.

En solitario o en compañía, el adepto ha de llevar el símbolo de su religión en el bolsillo o, mejor, en la mano, dispuesto siempre a dar respuesta a la solicitud inesperada o, acaso, esperada.

En la familia, se adoctrinará a los infantes desde muy pequeños haciendo que se obnubilen ante las imágenes memorizadas en la profundidad del icono del Dios. Si lloran porque se les ha cerrado la ventana del mismo, se ha de tomar el llanto como indicio de que será un adepto responsable y metido en razón.

Cuando se tenga el convencimiento de que ese icono del Dios es necesario, imprescindible, absolutamente útil se habrá dado un paso decisivo para ser un adepto ejemplar.

Será necesario que cada cierto tiempo se renueve el icono, conservando lo que el desechable contenga, pero adquiriendo las nuevas ventajas de la modernidad, pues estamos en una religión progresiva y progresista y hemos de renovarnos o morir.

No caben medias tintas: o se aceptan las normas de la religión o serás un pobrecito marginado que todos mirarán con lastimosa conmiseración.

Ciertamente no cabe imaginar religión semejante, pues ya se nos ve por la calle a miles y miles adorando al icono de ese Dios universal.


jueves, 22 de noviembre de 2018

76 Las cinco anas


Las cinco anas

Antonio García Velasco



Hablaba siempre de que disponía, a su antojo y capricho, de cinco anas satisfactorias y exigentes. Abogado en ejercicio, apuesto, palabrero comedido con el elogio pronto y la ocurrencia oportuna, a Germán Peña no le extrañó aquella declaración y pensó que Mendizábal era un afortunado ligón que llevaba sus amoríos con cinco mujeres, loquitas por él.

-¿Cómo es Ana primera de España y quinta de tu corazón?

-Mi secretaria se llama Dulce.

-Ana la Dulce.

-¿Y cómo se llama la segunda?

-¿La segunda qué? Tengo una compañera de bufete que se llama Carmen Benítez y es una mujer muy inteligente, muy competente y también muy guapa.

-¿Y la tercera Ana?

-Ignoro la ignorancia que te lleva a preguntar por la ¿tercera qué? Pero voy a comentarte que acaba de llegar una becaria, Teresa Ribero, que a todos nos hace suspirar con su mirada vivaz, sus contoneos agresivos, su juventud exultante, su presunta ingenua inteligencia.

-No puedes dejar de hablarme de la cuarta.

-Está bien, curiosón. Mi jefa es Adelaida, la exigente, la germana, la temible. No te puedes imaginar...

-¿Y también con ella? -hizo un gesto de relación íntima.

-Estás desvariando, Germán. A Adelaida no se la lleva a la cama ni su propio marido que en paz descanse.

-¿Se lo cargó ella?

-Fue el fundador de nuestro bufete, abogado de prestigio y eficacia aun en los casos de más claros indicios de culpabilidad. Mucho ha sido su legado a nosotros y a la jurisprudencia. Murió de cáncer de próstata.

-No te calles la quinta.

-Mi esposa es profesora de filosofía en un instituto de enseñanza secundaria, ocupada en la lucha para que no supriman tal asignatura en el bachillerato. Se llama Angustias y es cariñosa, comprensiva, amante, acogedora, alegre y de buen carácter en todo momento. Sin su apoyo hubiese colgado la toga hace mucho tiempo. Me llevaba los gajes del oficio a casa con sus sinsabores y enredos, pero ella, con argumentos emanados de su saber filosófico, me convenció de que una cosa es mi oficio y otra muy distinta la moral, la moralina, la justa justicia. "Tienes que proceder con el mandato de la ley, aunque la ley no sea la justicia", me dijo. "La toga la dejas colgada en la percha de tu despacho sean cuales sean los asuntos que debas resolver".

-Sabio consejo para un abogado que ha de defender a criminales, traficantes, maltratantes, defraudadores, violadores, maltratadores y otros "ores" por el estilo. ¿Ella comprende y consiente que te ligues a todas las anas que enumeras con nombres y apellidos?

-No te has quedado con la copla del monema ana. Cuando hablo de cinco anas me estoy refiriendo a las dimensiones de mi despacho en el bufete. Cinco de un lado por cinco del otro, veinticinco metros cuadrados para mí. Más o menos, que ana es medida de longitud equivalente a un metro, aproximadamente.

-Te has querido burlar de mí, haciéndome creer que hablabas de mujeres.

-Tienes mente y mentalidad pervertidas y calenturientas, porcunas. ¿Desde cuándo no usas el coger argentino?

La respuesta de Germán Peña fue el silencio, el mosqueo y la retirada. Mendizábal permaneció mirando su marcha, sonriendo y pensando en la cita que tenía con Teresa Ribero, la becaria dispuesta a todo, sin prejuicios, con ambición sobrada, segura de sí misma y de lo que quería conseguir sin regatear medios.

lunes, 12 de noviembre de 2018

Lectura de poemas en la REAL ACADEMIA DE NOBLES ARTES DE ANTEQUERA


Lectura de poemas en la REAL ACADEMIA DE NOBLES ARTES DE ANTEQUERA


Este es el anuncio de mi lectura de poemas en Antequera el próximo día 15, a las 20:00 horas en la Real Academia de Nobles Artes de Antequera.
Es un acto de entrada libre, a la que todos estáis invitados. Me encantaría vuestra compañía y, de paso, un paseo por Antequera que siempre es grato e interesante.







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LECTURAS DE LA CANELA 2018

Un año más y como viene siendo una larga tradición, el próximo jueves, 15 de noviembre a las 20:00h, tendrá lugar la XXIV Edición de las Lecturas de la Canela.

En esta ocasión intervendrá el escritor Antonio García Velasco, que será presentado por nuestro académico don Juan Benítez Sánchez.

Antonio García Velasco es natural de Fuente Piedra (Málaga). Doctor en Filosofía y Letras (Filología, Sección de Filología Hispánica). Además de columnas en prensa, ensayos, cuentos y novelas, es autor los siguientes libros de poesía: Fuego sordo, 1975; Marchamar andalusí, 1977; Se rompe hasta la vida cotidiana, 1980; Des(h)echa la ciudad, 1980; Ulises desangrado, 1982; Demonolatrías, 1985; Amor compiuter, 1987; Un libro para el gozo, 1994; Inter-nos, 1994; Psilocibina, 1998; Las heridas de amor, 2000; Una carta de amor, 2002; Infinito mar que es el vivir, 2003;Hojas ustibles, 2005 y Fábulas de reencarnación, 2016.

Esta actividad, coordinado por nuestros académicos doña Carmen Rivas Ressel y don Juan Benítez Sánchez, tendrá lugar en la sede de la Real Academia de Nobles Artes de Antequera, sita en calle Encarnación número 16 de Antequera.

Se ruega máxima difusión.


viernes, 5 de octubre de 2018

Aula de Poesía en la Universidad de Málaga

Aula de Poesía en la Universidad de Málaga


El próximo día 9, en el Rectorado, organizado por ASPROJUMA, tendrá lugar la decimoquinta Aula de Poesía en la UMA. El poeta homenajeado será José María Hinojosa; el poeta invitado Jesús García Gallego. Os esperamos.

lunes, 10 de septiembre de 2018

Aula de Poesía en la Universidad de Málaga

Aula de Poesía en la Universidad de Málaga


El día 12, a las 19 horas, en el Rectorado de la Universidad de Málaga, celebraremos el encuentro AULA DE POESÍA, número 14. Se realiza el homenaje a los POETAS MAGREBÍES QUE ESCRIBEN EN ESPAÑOL, con la intervención del poeta y especialidad en Literatura hispano-magrebí José Sarria Cuevas. Como poeta invitado contamos con Rafael Ávila. Este es el cartel anunciador:


Os esperamos.

domingo, 2 de septiembre de 2018

Portada de UN DILEMA DE AMOR

Un dilema de amor, novela


Dos portadas. Parece que, definitivamente la portada de mi novela UN DILEMA DE AMOR será:



 en la que aparecen las dos opciones del dilema en forma metafórica; dos puertas. Y la contraportada:


Ahora lo venden, en oferta, a 5,91 euros la versión en papel y a 2,99 la digital. En Amazon.

viernes, 31 de agosto de 2018

Mi novela UN DILEMA DE AMOR

Ya circula por Internet, vía Amazon, mi novela UN DILEMA DE AMOR:
Dice la nota editorial:
Mucho más que UN DILEMA DE AMOR ha de resolver Gustavo, el personaje de esta historia.
¿Quién no se ha visto, o se ve, en la necesidad de optar por una u otra propuesta? ¿Quién no ha de escoger el camino de un lado u otro en una bifurcación? Por una parte, escuchas la voz de las sirenas que te ofrecen lo que, en otros momentos, ya habías conocido: libertad, amor incondicional, paraíso. Por otra, como Ulises, el puerto final de tu viaje debe ser Ítaca, donde te espera tu esposa, tu hijo, los deberes de tu trabajo. El dilema es evidente. Con el dilema, el conflicto, el sufrimiento de escoger porque quien escoge tiene que sacrificar y un sacrificio siempre es penoso. Y, ¿era lo sacrificado mejor que lo escogido? ¿Era lo escogido mejor que lo sacrificado? Andrea es la esposa de Gustavo, a la que ama, con la que tiene un hijo. Un trabajo de éxito le hace vivir confortable y satisfactoriamente. Marita fue su amante antes de conocer a Andrea, con la que vivió momentos de dicha y enamoramiento hasta que él marchó a la ciudad donde reside y trabaja en la actualidad. Un nuevo encuentro con Marita hace revivir el amor que sintieron el uno por el otro. ¿Volver? ¿Quedarse renunciando a lo que supone su vida actual, su matrimonio, su hijo, su trabajo estable y próspero? Mucho más que UN DILEMA DE AMOR ha de resolver el personaje de esta historia. Más de un dilema se nos presenta a cualquier persona a lo largo de nuestra vida. Y, siempre, hemos de escoger. Conocemos el final del viaje de Ulises, pero ¿cuál es el final de la disyuntiva que se le presenta a Gustavo?

domingo, 15 de julio de 2018

75 El exhibicionista presumido


El exhibicionista presumido

Antonio García Velasco



Caminaba por la calle mostrando su verija con cara de orgullo y satisfacción. Alguien le dijo:

-Es una vergüenza que enseñes el pubis tan descaradamente.

-Otros muestran sus tatuajes.

-Es arte sobre la piel.

-Son manchas de tinta. ¿Por qué lo natural ha de valer menos que lo artificial?

-Es indecente salir con las partes pudendas al aire y a la vista.

Y no tuvo tiempo de responder, pues, al instante, apareció la policía acusándolo de escándalo público por exhibición obscena.

-Pues a mí me molestan los tatuajes y todo el mundo los exhibe sin que ningún policía haga detenciones.

-No compare, señor.

Lo obligaron a vestir con decoro y el juez le impuso una multa por exhibicionismo.

-Era mi forma de protestar y ¿no garantiza la Constitución la libertad de expresión? Expresándome iba.

-Toda libertad tiene sus límites.

-¿Menos la de los políticos y sus privilegios de oficio y sueldo? ¿Menos la de los millonarios que siempre manipulan a su antojo?

-Creo que desvarías.

Ni respondió. Tan sólo se limitó a enjoyarse y marchar a una playa nudista, en la que apareció cubierto de pies a cabeza, con una pequeña abertura a la altura de los ojos.

Los desnudos, al verlo, comenzaron a balancearse en los ramajes de la duda. Pero, por iniciativa de Conejo Cuadrado, comenzaron a darle voces conminándole a salir de la playa acotada. Se desprendió de sus ropajes. La turba de nudistas se calmó y lo dejó estar y presumir de verija de bien dotado y mejor moldeado, para admiración de mujeres y merma de la autoestima de los hombres.

Fue noticia en los medios cuando apareció muerto en la playa con un cascote de una pieza de alfarería sobre el pecho en el que se podía leer en trazos arañados: "Exhibicionista presumido".





domingo, 1 de julio de 2018

74 Los chotacabras


Los chotacabras

Antonio García Velasco


Palomino el cabrero estaba desesperado desde que descubrió la bandada de pajarillos que había comenzado a volar por encima y alrededores de su rebaño. La preocupación que le impedía dormir surgía de la creencia de que esas aves eran chotacabras que, según la creencia popular, se alimentan de leche de cabra. Se pensaba que, por las noches, cuando sobrevolaban el rebaño, se disponían a picotear en las ubres de los rumiantes y mermaban su producción láctea. Por ello no dormía, agitando espantapájaros y paseándose entre sus animales para amedrentar a los dañinos gorriones.

-Perdido estás, Palomino, como no espantes a esa "infame turba de nocturnas aves".

No se preguntó Palomino de donde le venía a su vecino Gabriel aquella expresión que le pareció tan de libro. Pero lo entendió perfectamente.

-Mira -continuó Gabriel-, el nombre romano que le daban a esos pájaros era "Caprimulgo", o sea ordeñadores de cabras. Y, en español, chota significaba mamar. ¿No le llamas tú choto a los cabritos todavía mamones? Pues eso, que son pájaros mamones de las cabras. Te pueden arruinar, Palomino.

Nunca sabría Gabriel el aumento de la preocupación que ocasionó a su amigo.



Sin embargo, pasadas las semanas, el cabrero no había observado ninguna disminución en la producción de leche de sus cabras. Se lo achacaba a su sinvivir nocherniego, pues no daba tregua a los pajarillos nocturnos que sobrevolaban el redil. Pero, a veces, estaba tan rendido que se dormía en cualquier sitio, agitando en sueños el espantapájaros que se había fabricado.

-Pondré algunos de estos espantajos bien distribuidos para proteger a mis cabras. Pero necesito dormir en cama blanda y cómoda.

Habían regresado por aquellas fechas su mujer y su hijo Fernando y, a ella, no le parecía adecuado que pasase la noche entre los animales, por más que él le explicara lo que estaba ocurriendo con los chotacabras.

-Ay, papá, ay, papá -exclamó el hijo al enterarse del asunto.

Fernando había comenzado la carrera de veterinario en la capital y no podía admitir un comportamiento paternal justificado en creencias falsas.

-¿Qué estás insinuando, Fernando? Toda la vida se ha tenido al pajarillo ese por un chupaleches de las cabras. ¿Te crees más listo que nadie para venir a negarlo?

-Mira, papá, los mamíferos, como las cabras o las personas, se alimentan de leche, pero los pájaros no son mamíferos, y, por tanto, no necesitan leche. ¿Sabes por qué sobrevuelan el redil? Sencillamente, porque se alimentan de mosquitos, de insectos, y donde hay animales, hay moscas, mosquitos y toda clase de insectos. Si alguna vez los han visto picotear las ubres ha sido por limpiarlas de bichitos parásitos. Se podría decir que te están haciendo un favor.

-Lo dicho, que mi Fernandito es más listo que nadie y nos viene a desmentir lo que sabemos desde hace miles de años. Como me explicó Gabriel, "chota" significa mamar, por ello llamamos chotos a los cabritos que maman. ¿Y cabras, por qué? Porque maman de las cabras.

-¡Ay, papá, papá! Maman sólo los mamíferos y un ave es otra especie de animales que no necesitan leche para alimentarse.

-Más listo que nadie mi hijo Fernando -se fue rezongando Palomino hacia el redil.

Fernando le contó a su madre la conversación que había tenido con su padre.

-Mira, Fernando, lo que dice la tradición no puede negarse en un momento. Por mucho que hayas aprendido en los librotes de la Universidad. No vengas dándotelas de sabihondo, que tu padre bien ha sabido siempre ganarse la vida y guardar y administrar su rebaño.

A Fernando se le ocurrió escribir un artículo sobre los prejuicios a los que inducen ciertos nombres y las leyendas a que pueden dar lugar. “Nacen de la ignorancia ciertamente”, decía. Y no dejaba de mencionar lo que ocurre con los chotacabras, a los que, dejándose conducir por el nombre, atribuyen una alimentación impropia de las aves de cualquier especie. Mandó el escrito a un periódico de la ciudad.



Cuando el farmacéutico leyó el artículo en la prensa y lo dio a conocer, comenzó un choteo tabernario sobre Fernando, lo que provocó un alto malestar y disgusto en casi toda la familia. Palomino reaccionó anunciando que, desde que sobrevolaban aquellos pájaros su rebaño, la producción de las cabras había aumentado, hasta el punto de que no daban abasto para ordeñarlas bien a todas y se disponían a contratar a una persona experimentada en el ordeño.

-Esos pajarillos se comen a los insectos y, como las cabras están más tranquilas, las ubres se le hinchan bien y echan más leche -argumentó por defender a su hijo.

-Tú deliras, Palomino, tanto como tu hijo -le dijo Gabriel.

-Vente conmigo a ordeñar y verás que no miento.

-No sabes qué hacer para librar a tu hijo de la guasa que les están formando.

-Te aseguro que es cierto lo que digo -afirmó sin exceso de convencimiento el padre del estudiante.



Fernando por su parte visitó al farmacéutico para enseñarle un artículo científico sobre la alimentación de las aves y, en particular, sobre el chotacabras.

-¿Y por qué se van a llamar chotacabras si no es porque los han visto, desde siempre, mamar de las tetas de la cabra?

-¿Usted los ha visto? Lo desafío a que se venga conmigo al redil de mi padre para observar la conducta de esas aves.

-Anda, niño, que muy pronto se te han subido los estudios a la cabeza y te crees más listo que nadie.

Pensó Fernando que no merecía la pena seguir discutiendo y, sin añadir palabra, abandonó la farmacia. A las pocas semanas, volvió a la ciudad a reanudar las clases en la Universidad de Córdoba, donde estudiaba Veterinaria. Palomino dejó alzados los espantapájaros, pero, a instancias de su mujer y de la necesidad de descanso, dormía en su cama blanda y cómoda.






jueves, 28 de junio de 2018

Aula de Poesía en la UMA 13

Aula de poesía en la UMA


El día 27 de Junio, como final de curso, celebraremos en el Rectorado de la Universidad de Málaga, el Aula de Poesía número 13. En esta ocasión, el poeta homenajeado es Federico García Lorca, a los 120 años de su nacimiento, y el poeta homenajeado José Luis Pérez Fuillerat:

Invitados hasta completar el aforo.

lunes, 18 de junio de 2018

73 Los tunicados


Los tunicados

Antonio García Velasco



Cuando Arturo comenzó a hablar de tunicados, Pedro, el zoólogo, pensó inmediatamente en los animales procordados con cuerpo blando, de aspecto gelatinoso y rodeados de una membrana o túnica. Pero las palabras de Arturo desmintieron tales pensamientos. Cuando decía tunicados, hablaba del descubrimiento de una agrupación cuyos miembros solían reunirse en una casona antigua de las afueras de la ciudad.

-En cortijo los "Guisados" -precisó-. Un lugar habilitado para la celebración de bodas, bautizos y comuniones. Hoy no se usa para tales eventos, pero allí se reúnen los tunicados. Lo digo así a falta de una denominación más apropiada. Acuden, según he podido comprobar, a altas horas de la noche, entre la una y las dos, los viernes y sábados.

-¿Se trata de una secta religiosa? ¿Se trata de una organización criminal? -preguntó Francisco.

-Sólo me consta el hecho de que allí se citan. Hay películas sobre este tipo de asociaciones y sus ritos sexuales, macabros o masoquistas, aunque, ya os digo, ignoro sus prácticas y objetivos.

-¿Tendrán algo que ver con el Ku Klux Klan? ¿Un remedo del mismo en esto tiempos de migración y xenofobia? Soy capaz de disfrazarme con túnica y entrar para averiguar quiénes son, qué hacen, cuál es el objetivo de tales reuniones.

-Harto peligroso sería, sobre todo si se trata de una organización secreta, como parece. Pedirán algunas señas de identificación antes de cruzar el umbral de la puerta.

Diego, el cuarto del grupo, guardaba silencio, observando atentamente a sus amigos entre los que se acrecentaba el interés por conocer la verdadera naturaleza de aquellos tunicados, tan distintos a los que, por el automatismo de la descodificación condicionada y la "deformación" profesional, había imaginado Pedro. Los cuatro reunidos decidieron espiar la llegada y entrada en los "Guisados" de los misteriosos individuos. Diego se unió a la determinación del grupo.



Localizaron un lugar estratégico desde el que observar el arribo. Se aprovisionaron de potentes catalejos, una cámara con teleobjetivo capaz de captar imágenes nocturnas y mantas para tumbarse en el suelo y acomodar su espionaje. El reloj marcaba las 00:45 cuando ya estaba apostados en el lugar, con los prismáticos y la cámara sobre el trípode.



Comenzaron a llegar los tunicados, a pie, despacio, como si se ignoraran los unos a los otros. Posiblemente dejaban los coches lejos, donde cambiaban sus ropas habituales por la túnica. Uno a uno marcaba una clave en la botonadura de la puerta y pasaban al interior. La cámara de los espías iba captando los instantes.

-Túnica y capucha para ocultar su personalidad civil -comentó Pedro con voz apenas perceptible-. Me huele este asunto de modo muy extraño.

-Por el movimiento de los dedos al teclear en los botones de la puerta, se diría que cada cual posee su propio pin. Muy difícil será suplantar a alguno y poder entrar en el recinto -susurró Francisco.

-¿Será conveniente poner a la policía en antecedentes? -preguntó Arturo en el mismo tono de confidencialidad.

-¿De qué vamos a denunciar? -argumentó Diego.

-Tienes razón. Motivos no tenemos para denunciar, pero acaso sí los tengamos para advertir y que la policía averigüe las actividades de los tunicados, por si son o no delictivas.



Cuando cesaron las llegadas, acodaron acercarse a los tapiados o muros de la hacienda. Recogieron los enseres del espionaje y caminaron hacia la casona. A medida que se acercaban se oían cánticos con mayor nitidez. Aumentaban sus intrigas. Diego quedó rezagado y realizó una llamada con el móvil. Después aligeró el paso hasta que se acercó, de nuevo, al grupo. Cinco hombres armados, tunicados y rostros ocultos se presentaron ante los curiosos exigiendo, bajo amenazas, la cámara fotográfica, a la que extrajeron la tarjeta de memoria y, posteriormente, pisotearon hasta destrozarla.

-¿No os enseñaron la fábula de que la curiosidad mató al gato o del enredo del cuello de la curiosa jirafa? -comentó uno de los asaltantes-. ¡Largo, largo de aquí! Y que sea la última vez que os acercáis a estos andurriales.

Los cuatro huyeron como perseguidos por un felino. Diego tuvo tiempo, ocasión sigilosa y gesto de haber cumplido las reglas del vasallaje al levantar el dedo pulgar mirando al jefe de la patrulla de seguridad del recinto. Más tarde, cuando sus amigos se retiraron a sus casas respectivas, volvió a los "Guisados", tecleó su número de identificación personal y se incorporó al ceremonial. Lo embargaba la sensación del deber cumplido.




miércoles, 6 de junio de 2018

72 La greda de la calle


La greda de la calle

Antonio García Velasco



En aquellos años, las calles no estaban asfaltadas, salvo la que coincidía con la carretera nacional, que atravesaba todo el pueblo. En la calle La Laguna, a la mitad, más o menos, al inicio de la cuesta, existía un rodal de greda que, cuando llovía, quedaba reblandecida y los niños la aprovechaban para jugar al jincote y hacer figuritas de barro: animales, flores, muñecos, incluso soldados para formar pequeños ejércitos que, cuando se secaban al sol, llevaban a la guerra que, siempre jugando, organizaban.

En los tiempos actuales existe la plastilina, con la que los escolares moldean sus pequeñas esculturas. En el pueblo no se encontraba este producto en los años cincuenta del siglo veinte, pese a que fue inventada en el año 1880 por el dueño de una farmacia de Múnich. La dio a conocer siete años después con intención de comercializar su invento. Al pueblo, sin embargo, llegaría en décadas muy posteriores.

Cuando el rodal de greda se secaba, pasaba la moda de moldear figuras y se guardaban las finas barras de hierro que daban nombre al juego del jincote. Hasta las siguientes lluvias.

Menos los niños en sus juegos, los vecinos evitaban pasar por la zona gredosa, por temor a resbalar. Una mañana de marzo, apoyado en su báculo, caminaba Diego Porras, ya de avanzada edad. Su paso descuidado había olvidado el peligro y, al cruzar sobre el gredal, todavía húmedo, resbaló con tan mala suerte que en la caída se rompió una pierna. Acudieron los vecinos a socorrerlo y lo llevaron al médico, que le entablilló la extremidad y le mandó reposo.

Como nada mejor tenía que hacer, se entretenía en la elaboración de soga de esparto. Por medio de su nieto Adolfo, extendió una invitación para que los niños le proporcionaran la materia prima para el trenzado. Iban al monte próximo a cortarlo. A cambio les contaba historias y les cantaba canciones inventadas por él:



No cruces tú por la greda

que te puedes resbalar

y, al resbalón, una pierna

inútil se quedará.

A lo menos, por un tiempo

más largo que día sin pan.

Te lo digo con ejemplo

de clara inmovilidad,

que en la casa con reposo

me tienes sin más ni más.

No cruces tú por la greda

que te puedes resbalar.



Pasado el tiempo de la prescripción médica, Diego reanudó sus caminatas apoyado en el bastón y evitando el lugar de su caída. Los niños continuaron jugando en el rodal de greda, aunque aprendieron la canción que ha llegado hasta nuestro tiempo, cuando ya la calle está asfaltada y llena de coches aparcados, alternativamente, junto a la acera izquierda o junto a la derecha, según el mes.






lunes, 28 de mayo de 2018

Aula de Poesía en la Uma

Aula de Poesía en la Universidad de Málaga

Organizada por ASPROJUMA

Coordina Antonio García Velasco


El día 30 de mayo, miércoles, de 2018, a las 19:00 horas en el Rectorado de la Universidad de Málaga (Avenida Cervantes), celebramos al 12ª Aula de Poesía. El poeta homenajeado será JUAN RAMÓN JIMÉNEZ, del que hablará el coordinador del acto, Antonio García Velasco. El poeta invitado es JOSÉ SARRIA CUEVAS, que será presentado por el Presidente de Asprojuma, Ricardo Hernández Diosdado.
Invitación:


jueves, 17 de mayo de 2018

71 En el proscenio siempre


En el proscenio siempre

Antonio García Velasco



Hiciese lo que hiciese, al conseguir una meta, al fracasar en un proyecto, en cualquier proceso, su estribillo era:



Aunque siempre en el proscenio

quiero vivirme la vida.



No había terminado una ilusión cuando ya proyectaba el siguiente empeño. Cuando iba a leer la tesis doctoral, le dijeron: "Una vez que termines, te puede sobrevenir una depresión". En su interior pensó: "Tras un proyecto viene otro proyecto y no ha lugar una bajada de tono".

-Nadie está exento de caer en depresiones.

-Sí, bien. Estaré prevenido.



Cuando uno acaba de leer una novela interesante siente durante breve tiempo la nostalgia de los momentos gratos que ha pasado leyéndola. Pero pronto llega la reedificación de un nuevo interés por otro libro que espera la lectura. Lo mismo ocurre con los proyectos.



Después de conseguir el doctorado, tras la larga dedicación que ello supone, vino el contrato para trabajar en una universidad norteamericana. Experimentó la gran ilusión de sentir la recompensa a sus esfuerzos. Marchó al país extranjero. Se adaptó a la nueva vida. Conoció otras gentes y otra mentalidad. Se sentía satisfecho.



Aunque siempre en el proscenio

quiero vivirme la vida.



A vivirse la vida quedó reinvitado cuando se enamoró de Adeline y ella le correspondió.



Nunca se sabe cuando pasamos del proscenio al centro del escenario. Pero no importa, lo que procede es sentir que siempre se está en un proceso, que nunca hemos de considerar que la meta vital está alcanzada. Ello supondría la paralización. Llegar es, simplemente, comenzar de nuevo desde un nuevo punto. Pero la meta de Adeline era, simplemente, crear un hogar y lo sintió creado cuando nació el primer hijo.



-Es un modo de sentir, Adeline. La vida recomienza cada instante y, ahora, con la atención a esta linda e indefensa criatura que hemos de criar y educar.

-Tendremos más hijos.



Aunque siempre en el proscenio

quiero vivirme la vida.



Los hijos suponen ocupar el escenario por completo, no quedarse en la parte anterior, como con miedo a participar en la escena central de la representación.

-No es la vida ninguna representación -puntualizó Adeline.

-Estamos hablando metafóricamente.

-Sí, cierto, las metáforas explican, ofrecen puntos de vista y percepción novedosos. Pero no acabo de entender tu estribillo.

-Quiero decir que siempre hemos de estar inmersos en proyectos de vida.

-Como la crianza y educación de nuestros hijos.

-Ok -dijo.



Pero su pensamiento seguía también en otros planes, en proyectos que no lo limitasen a la atención debida a esposa e hijos.



Muchos años después, recibió el Premio Nobel de Física por sus contribuciones al desarrollo de la mecánica cuántica y aún continuó diciendo:



Aunque siempre en el proscenio

quiero vivirme la vida.


Conferencia sobre Cervantes en el Ateneo

Conferencia sobre Cervantes en el Ateneo de Málaga

Cervantes es y será siempre un tema inagotable. En esta ocasión, el vienes 18 de mayo de 2018, el escritor, articulista y editor de periódicos Antonio Jiménez, cervantista donde los haya, pronunciará una conferencia sobre  “Málaga, capital en Cervantes”. Será presentado por  Fran Kapilla, director de Cine.

Lugar: Salón de Actos. Hora: 20:00.

Organiza: Vocalía de Biblioteca
conferencia Málaga, capital en CervantesCervantes Jáuregui.jpg
La puerta del Ateneo queda abierta en espera de vuestra llegada. Gracias.




martes, 8 de mayo de 2018

70 La soledad


La soledad

Antonio García Velasco



Rugía amargado como si una broca estuviese atravesando su garganta a impulsos de un potente taladrador. Bramaba como un león desesperado. Pero resultó inútil su crujir y rechinar de dientes: condenado estaba a la soledad.

Su sentimiento de pesar se erigía en dragón de múltiples cabezas y cada una le amagaba con un fuego abrasador imposible de extinguir. Experimentaba la desazón más descorazonadora y, no obstante... El rayo de luz iluminó su interior y trató de escapar del desierto, del dragón de su soledad. El encuentro con sus semejantes resultó peor que el yermo o la amenaza de las múltiples cabezas: lo golpearon, le robaron, lo dieron por muerto mientras se alejaban satisfechos con el botín de los bolsillos de su víctima.



Un samaritano que pasaba le proporcionó cuidados. Lo llevó a su casa, le ofreció cama y comida. Recordó la parábola y dijo:

-Tú eres mi prójimo.

-Pero no puedes quedarte en mi casa... Lo siento. Cuando te restablezcas un poco, has de marcharte.

-He sufrido la soledad. He padecido el robo y el maltrato... No tengo donde ir.

-Mi casa se llenará pronto con la llegada de mi mujer, mis hijos, mis padres, mis hermanos. No puedes quedarte. Ellos no sienten como yo y, por otra parte, no queda sitio para un extraño.

-Ahora no somos unos extraños.

-Para ellos sí lo eres tú.

-No tienes por qué preocuparte. Me marcharé de nuevo a los arenales de la soledad.



Salía de la casa de su benefactor con idea de alejarse antes de que llegase la familia esperada. Pero ésta se cruzó con él en aquel momento. La mirada de una joven del grupo lo detuvo, lo paralizó en la llama de una obnubilación extrema. Ella también quedó paralizada, sin poder desprender sus ojos del desconocido. Se atraían como se atraen los imanes por sus polos opuestos. A pasos cortos de arrastre de pies, se fueron acercando mutuamente mientras la comitiva familiar entró en la casa. Se quedaron uno frente a otro, sin pestañear, sin atender a ninguna conveniencia. sin otras pulsiones que permanecer en aquel estado.

-Hola -dijo ella como quien se dirige al conocido de toda la vida.

-Hola. Mi nombre es Adrián.

-Yo soy Elena.

En aquel instante apareció el samaritano llamando a su hermana. Comprendió el significado de aquella escena e hizo pasar a Adrián a la casa.

Elena y el socorrido no se separaron. Prefirieron pasar la noche uno junto a otro, sentados en un sofá, cogidos de la mano. A la mañana siguiente comenzaron los preparativos de la boda. Adrián no volvió a sufrir las quemaduras del dragón ni las dunas ardientes del desierto.

miércoles, 25 de abril de 2018

69 El hastial de la caída


El hastial de la caída

Antonio García Velasco



Resbaló por la vertiente izquierda del hastial, según contemplamos la fachada desde la calle. Sufrió el apagón de todas las antorchas de sus planes futuros inmediatos: dos piernas rotas, un brazo partido y un golpe contundente en la cabeza contra una piedra sobresaliente del suelo. Hospitalizado tendría que pasar varias semanas.



Recordaba los versos de César Vallejo que su profesor de literatura ponía como ejemplo de "ruptura del sistema": "Un albañil cae de un techo, muere y ya no almuerza". Él no era albañil propiamente dicho, aunque había subido al tejado a arreglar unas tejas. Él no había muerto, por fortuna. Él almorzaría a las horas convenidas, aunque fuese en el hospital. Había tenido suerte. Quien no se consuela es porque no quiere.



Su expareja, Ernestina Huesa, se acercó a visitarlo al hospital. La visita le dejó una extraña sensación: aquella sonrisa forzada, aquellos comentarios irónicos sobre su listeza, que si se había creído capaz de hacer cualquier cosa, que si...

-¿Te ensañas conmigo, Ernestina? ¿Te mofas de lo que me ha ocurrido? ¿A qué has venido a verme?

-Quien tuvo, retuvo -fue la respuesta de ella.

-Entre tantos insultos despreciables y menosprecios insultantes, me llamaste buey, o sea, macho vacuno castrado... Bien sabías que no era mi condición.

-Nuestras relaciones eran ya insoportables. Por suerte no tuvimos hijos. Y ahora te caes del tejado de la casa que te quedaste tú. Hiciste lo imposible por arrebatármela, a sabiendas de lo mucho que me gustaba.

-Me correspondía en justicia.

-Tu caída es un castigo.

-Mi porrazo ha sido un accidente. No vengas a sacarme de mis casillas, que de mis escayolas no puedo salir.

-Siempre serás un cabrón, Jaime Alfonso.

-No me hagas decir lo zorra que has sido tú. ¿No fuiste tú la que comenzó cortando el queso de la infidelidad?

-Eras un malísimo amante, Jaime.

-No me hagas reír, Frigiliana. Siempre te mostraste fría, indiferente, apagada como un rescoldo de cenizas aguadas, como una muñeca hinchable.

-Me saca de quicio tu palabrería. Igual que siempre.

-¿A qué has venido, entonces? Bien tranquilo estaba en este calvario de piernas inmóviles y brazo entablillado.

-¿No es una obra de caridad visitar a los enfermos? -preguntó con sarcasmo manifiesto.

-¿Y qué clase de obra es venir a mofarse, a ensañarse con la desgracia, a echar alcohol en las heridas que todavía no han cicatrizado? Eres un ejemplo vivo de perversidad, Ernestina Huesa.

-Y tú eres... -interrumpió la enfermera anunciando que las visitas tenían que salir al pasillo: iban a lavar al enfermo, arreglarle la cama e inyectarle heparina que evitara la coagulación que le podría causar la inmovilidad.



Ernestina Huesa no volvió a la habitación y Jaime se quedó con la incógnita de lo que ella iba a decir. Procuró olvidar la visita y pensar que sólo diría algo que nada nuevo iba añadir a tanto como se dijeron en el proceso de la separación.



Después de salir del hospital, vendió la casa y se fue a vivir a un bloque de pisos.