lunes, 28 de mayo de 2018

Aula de Poesía en la Uma

Aula de Poesía en la Universidad de Málaga

Organizada por ASPROJUMA

Coordina Antonio García Velasco


El día 30 de mayo, miércoles, de 2018, a las 19:00 horas en el Rectorado de la Universidad de Málaga (Avenida Cervantes), celebramos al 12ª Aula de Poesía. El poeta homenajeado será JUAN RAMÓN JIMÉNEZ, del que hablará el coordinador del acto, Antonio García Velasco. El poeta invitado es JOSÉ SARRIA CUEVAS, que será presentado por el Presidente de Asprojuma, Ricardo Hernández Diosdado.
Invitación:


jueves, 17 de mayo de 2018

71 En el proscenio siempre


En el proscenio siempre

Antonio García Velasco



Hiciese lo que hiciese, al conseguir una meta, al fracasar en un proyecto, en cualquier proceso, su estribillo era:



Aunque siempre en el proscenio

quiero vivirme la vida.



No había terminado una ilusión cuando ya proyectaba el siguiente empeño. Cuando iba a leer la tesis doctoral, le dijeron: "Una vez que termines, te puede sobrevenir una depresión". En su interior pensó: "Tras un proyecto viene otro proyecto y no ha lugar una bajada de tono".

-Nadie está exento de caer en depresiones.

-Sí, bien. Estaré prevenido.



Cuando uno acaba de leer una novela interesante siente durante breve tiempo la nostalgia de los momentos gratos que ha pasado leyéndola. Pero pronto llega la reedificación de un nuevo interés por otro libro que espera la lectura. Lo mismo ocurre con los proyectos.



Después de conseguir el doctorado, tras la larga dedicación que ello supone, vino el contrato para trabajar en una universidad norteamericana. Experimentó la gran ilusión de sentir la recompensa a sus esfuerzos. Marchó al país extranjero. Se adaptó a la nueva vida. Conoció otras gentes y otra mentalidad. Se sentía satisfecho.



Aunque siempre en el proscenio

quiero vivirme la vida.



A vivirse la vida quedó reinvitado cuando se enamoró de Adeline y ella le correspondió.



Nunca se sabe cuando pasamos del proscenio al centro del escenario. Pero no importa, lo que procede es sentir que siempre se está en un proceso, que nunca hemos de considerar que la meta vital está alcanzada. Ello supondría la paralización. Llegar es, simplemente, comenzar de nuevo desde un nuevo punto. Pero la meta de Adeline era, simplemente, crear un hogar y lo sintió creado cuando nació el primer hijo.



-Es un modo de sentir, Adeline. La vida recomienza cada instante y, ahora, con la atención a esta linda e indefensa criatura que hemos de criar y educar.

-Tendremos más hijos.



Aunque siempre en el proscenio

quiero vivirme la vida.



Los hijos suponen ocupar el escenario por completo, no quedarse en la parte anterior, como con miedo a participar en la escena central de la representación.

-No es la vida ninguna representación -puntualizó Adeline.

-Estamos hablando metafóricamente.

-Sí, cierto, las metáforas explican, ofrecen puntos de vista y percepción novedosos. Pero no acabo de entender tu estribillo.

-Quiero decir que siempre hemos de estar inmersos en proyectos de vida.

-Como la crianza y educación de nuestros hijos.

-Ok -dijo.



Pero su pensamiento seguía también en otros planes, en proyectos que no lo limitasen a la atención debida a esposa e hijos.



Muchos años después, recibió el Premio Nobel de Física por sus contribuciones al desarrollo de la mecánica cuántica y aún continuó diciendo:



Aunque siempre en el proscenio

quiero vivirme la vida.


Conferencia sobre Cervantes en el Ateneo

Conferencia sobre Cervantes en el Ateneo de Málaga

Cervantes es y será siempre un tema inagotable. En esta ocasión, el vienes 18 de mayo de 2018, el escritor, articulista y editor de periódicos Antonio Jiménez, cervantista donde los haya, pronunciará una conferencia sobre  “Málaga, capital en Cervantes”. Será presentado por  Fran Kapilla, director de Cine.

Lugar: Salón de Actos. Hora: 20:00.

Organiza: Vocalía de Biblioteca
conferencia Málaga, capital en CervantesCervantes Jáuregui.jpg
La puerta del Ateneo queda abierta en espera de vuestra llegada. Gracias.




martes, 8 de mayo de 2018

70 La soledad


La soledad

Antonio García Velasco



Rugía amargado como si una broca estuviese atravesando su garganta a impulsos de un potente taladrador. Bramaba como un león desesperado. Pero resultó inútil su crujir y rechinar de dientes: condenado estaba a la soledad.

Su sentimiento de pesar se erigía en dragón de múltiples cabezas y cada una le amagaba con un fuego abrasador imposible de extinguir. Experimentaba la desazón más descorazonadora y, no obstante... El rayo de luz iluminó su interior y trató de escapar del desierto, del dragón de su soledad. El encuentro con sus semejantes resultó peor que el yermo o la amenaza de las múltiples cabezas: lo golpearon, le robaron, lo dieron por muerto mientras se alejaban satisfechos con el botín de los bolsillos de su víctima.



Un samaritano que pasaba le proporcionó cuidados. Lo llevó a su casa, le ofreció cama y comida. Recordó la parábola y dijo:

-Tú eres mi prójimo.

-Pero no puedes quedarte en mi casa... Lo siento. Cuando te restablezcas un poco, has de marcharte.

-He sufrido la soledad. He padecido el robo y el maltrato... No tengo donde ir.

-Mi casa se llenará pronto con la llegada de mi mujer, mis hijos, mis padres, mis hermanos. No puedes quedarte. Ellos no sienten como yo y, por otra parte, no queda sitio para un extraño.

-Ahora no somos unos extraños.

-Para ellos sí lo eres tú.

-No tienes por qué preocuparte. Me marcharé de nuevo a los arenales de la soledad.



Salía de la casa de su benefactor con idea de alejarse antes de que llegase la familia esperada. Pero ésta se cruzó con él en aquel momento. La mirada de una joven del grupo lo detuvo, lo paralizó en la llama de una obnubilación extrema. Ella también quedó paralizada, sin poder desprender sus ojos del desconocido. Se atraían como se atraen los imanes por sus polos opuestos. A pasos cortos de arrastre de pies, se fueron acercando mutuamente mientras la comitiva familiar entró en la casa. Se quedaron uno frente a otro, sin pestañear, sin atender a ninguna conveniencia. sin otras pulsiones que permanecer en aquel estado.

-Hola -dijo ella como quien se dirige al conocido de toda la vida.

-Hola. Mi nombre es Adrián.

-Yo soy Elena.

En aquel instante apareció el samaritano llamando a su hermana. Comprendió el significado de aquella escena e hizo pasar a Adrián a la casa.

Elena y el socorrido no se separaron. Prefirieron pasar la noche uno junto a otro, sentados en un sofá, cogidos de la mano. A la mañana siguiente comenzaron los preparativos de la boda. Adrián no volvió a sufrir las quemaduras del dragón ni las dunas ardientes del desierto.