viernes, 31 de diciembre de 2021

084 Microcuento MINOS Y EL LABERINTO

 

Minos y el laberinto

Antonio García Velasco

         El profesor recalcaba el concepto de equidiferencia y Minos, su alumno, cada vez se convencía más de que aquello formaba un intricado dédalo del que era imposible encontrar la salida.

Cuando, por fin, finalizó la clase, Minos se subió al tolmo instalado en la plaza y proclamó a gritos: "Juro que construiré un laberinto donde encerraré a don Julián, mi profesor de Matemáticas. Que el mundo conozca mi propósito".

Quedaría el juramento en rabieta de adolescente, si bien Minos suspendió el curso. No obstante, pasó al siguiente por una enredada ley de educación que impedía que los estudiantes repitieran.

Cuando Minos, pasados los años, se percató de que permanecía en el laberinto de la ignorancia, buscó a don Julián para decirle: "Feliz Año Nuevo, profesor. Le ruego me ayude a encontrar la salida".


miércoles, 22 de diciembre de 2021

083 Microcuento FINALIZANDO EL AÑO DOS MIL VEINTIUNO

 

Finalizando el año dos mil veintiuno

Antonio García Velasco

 

Estaban esperando, atentos a lo que aconteciera. Y, de pronto, se iluminó la zona: había nacido un Niño. Con luces y canciones, la nueva fue anunciada. ("Amaos los unos a los otros"). Indiscernible el significado de aquel acontecimiento. Pero algo iba a cambiar, y cambió, en el mundo. Mas, ¿cuántos miles de años habrá que esperar para el cambio definitivo? ¿Cuándo el diente se convertirá en rumbón? ¿Cuándo la riqueza, la abundancia va a subdividirse hasta alcanzar a todos en la misma proporción? ¿Cuándo el ojo verá la luz y la verdad? ¿Alguna vez el corazón se percatará de los latidos de todos los demás humanos, hermanos? Con luces y canciones se continúa anunciando la nueva y estamos ya finalizando el año dos mil veintiuno y para tantos no pueden ir peor las cosas. A lo mejor, mañana, nace una Niña y en el mundo se doblan los motivos para encontrar la paz, la armonía, la igualdad, la fraternidad, la libertad. ("Cambiad el egoísmo por el altruismo").

miércoles, 15 de diciembre de 2021

082 Microcuento EL GÉNERO DE LA VIOLENCIA

 

El género de la violencia

Antonio García Velasco

 

género

Del lat. genus, —eris.

1. m. Conjunto de seres que tienen uno o varios caracteres comunes.

2. m. Clase o tipo a que pertenecen personas o cosas. Ese género de bromas no me gusta.

3. m. Gramática. Categoría gramatical inherente en sustantivos y pronombres.

4. m. Género, mercancía, o sea, cosa mueble que se hace objeto de trato o venta.

 

—No, todavía no me ha llegado ese género. Es género que escasea.

—Pero nos dijiste que el género estaría muy pronto a nuestra disposición, en tu tienda.

—No me dijisteis si era género masculino, femenino, neutro, común, epiceno, ambiguo....

—¿Qué es lo que quieres decir? Lo que te encargamos fueron unas zapatillas deportivas de una marca determinada.

—Está bien, os diré la verdad: el género lo tengo ya en el almacén.

—Papá, papá —interrumpió el niño—. El maestro dice que el género masculino se caracteriza por acabar en -o. Te pregunto: ¿mano es del género masculino o femenino?

—Hijo, un momento que acabe con estos clientes, interesados por otro tipo de género.

—¿Y cuándos géneros hay, papá?

—Tengo la tienda llena de géneros.

—¿Y cuál es el género de la violencia, papá?

—Déjame. niño, que estoy dándole a estos clientes el género que me han pedido.

 

 

 

jueves, 9 de diciembre de 2021

081 Microcuento EL MONÓCULO DE SERGIO CAYO

 

El monóculo de Sergio Cayo

Antonio García Velasco

 

Aunque habían tanteado el telar con el rigor acostumbrado, al cambiar los telones para la cuarta escena del drama que se estrenaba, se cayeron las bambalinas con singular estrépito y embestida. Sergio Cayo, el actor, no pudo lucir su monóculo en el punto cumbre de la representación: se hubo de suspender la función e improvisar un medio para que el público pudiese acudir de nuevo al teatro o recuperar el dinero.

Todos salieron decepcionados sin saber lo que iba a ocurrir con la doncella violada, con la inseguridad de los niños, con el anciano robado y vilipendiado, con el policía empeñado en poner orden y restablecer la justicia en aquel barrio marginado en el que la delincuencia parecía campar con patente de corso, permisos de okupaciones y libre mercadería de estupefacientes.

—Es muy desagradable lo ocurrido y los responsables tienen que rendir cuentas.

—Bueno, al fin, es una ficción cuyo desenlace podemos ver mañana.

—Una ficción que se basa en la realidad más cruda y actual en muchas ciudades de la nación.

—¿Y la solución que nos dé la obra, por muy artística que sea, no se puede trasplantar a la realidad?

—El arte no tiene que dar soluciones: sólo plantear problemas.

—Pero ya sufrimos el problema en la vida cotidiana...

—... y al arte se le caen las bambalinas.

—Aun así, es necesaria la denuncia. Quizás no sea casualidad el incidente.

—¿Es que van algunos a tener interés en que el drama no se represente?

—En ese caso nos despedimos de saber lo que consigue el policía en un barrio tan conflictivo.

—Siempre tenemos el recurso de leer la obra.

—O preguntar al autor.

Cierto, cierto, cierto, pero el dramaturgo había desaparecido: ni empresario, ni actores supieron la causa y la obra, sin aparentes motivos, quedó suspendida definitivamente. Sergio Cayo, después de ensayar tanto para llevar el monóculo con soltura, sólo esperaba una nueva oportunidad para lucir su habilidad.

 

 

 

viernes, 3 de diciembre de 2021

080 Microcuento TOTEMISMO

 

Totemismo

Antonio García Velasco

 

La foto plastificada de ella desnuda era para él un tótem sicalíptico que lo acompañaba siempre. Se lo cambiaba de bolsillo al cambiar su indumentaria; se lo ponía encima de la mesita de noche a la hora de dormir; lo colocaba sobre la mesa de trabajo, si bien, para que sus compañeros no se percataran de la desnudez, solía cubrirle las partes íntimas con un simulado vestido de tupida muselina azul.

—Tu novia, ¿no?

—¡No se te ocurra tocar la foto! —exclamó mientras la protegía con la mano.

—Tranquilo, que no voy a quitártela, tranquilo.

       Un día de preocupación, estrés y carreras, se dejó olvidada la foto en la oficina, junto al ordenador.

El malicioso Fernando Cornejo la tomó en sus manos. Se le cayó el simulacro de vestido y apareció "desnuda toda. Oh, pasión de mi vida, poesía". Con el móvil sacó una copia y, a continuación, la dejó como la había encontrado.

Un mensaje recorrió la pantallita de cada uno de sus amigos y conocidos: "La bella novia de Arturo Sorel". Y, como imagen erótica, se difundió ampliamente por las redes del ciberespacio. Cuando Sorel se enteró de la difusión de su preciado tótem, sintió la rabia de un fundamentalista ante una profanación religiosa. Pero, ¿quién era reo de aquel delito imperdonable?

Se armó con una pistola y, al darse cuenta de que había sido culpa de su olvido en la oficina, en vez de emprenderla a tiros con los presuntos profanadores, sujetó la foto con el cañón sobre la sien derecha y apretó el gatillo.