miércoles, 19 de mayo de 2010

Crisis y recortes

ANTONIO GARCÍA VELASCO

Recortes y chocolate del loro

Cuando la crisis afectó a la casa de aquellos famosos marqueses de cuyos nombres nadie se acuerda, decidieron acortar gastos y, mira por dónde, lo único que consideraron superfluo, y por tanto digno de recorte, fue el lujo del chocolate que todas las tardes ofrecían al loro. Nada de tocar otros gastos, por suntuosos que fueran.

Aquí, por supuesto, el chocolate del loro no se toca. Se recortarán los sueldos de funcionarios, se congelarán las pensiones, se limitarán los gastos en medicamentos, se reducirán la inversión pública y la ayuda oficial al desarrollo, se eliminarán la retroactividad en la aplicación de la ley de dependencia y el cheque del pan bajo el brazo de los niños que nazcan. Hasta el sueldo de los miembros del gobierno quedará reducido. Pero el chocolate del loro parece tan intocable como ciertos ministerios, incluido el de igualdad.

En tal sentido, no se suprimirá el gasto absolutamente innecesario de pagar traductores para el Senado porque el señor Montilla hablará en catalán siendo de Córdoba (Iznájar, Córdoba, 15 de enero de 1955). Costará sólo 6.500 euros, según la prensa. Pero el aparataje de las traducciones simultáneas montado en el Senado y su funcionamiento costaron –y cuesta- su pico, como el contrato de los traductores. Pero eso, amigo, es el chocolate del loro y no se va a privar del chocolate a algo tan emblemático como un loro. Aunque en la Administración existan muchos otros loros que requieren su buena dosis de chocolate y euros y se proteste por su mantenimiento. Así, por ejemplo, el sindicato profesional de policía (SPP), en su protesta por tales gastos y los recortes de sus sueldos que se avecinan, sugiere que se tenga en cuenta que los policías nacionales ganan hasta un 30% menos que los policías autonómicos o locales y que, antes que tocar su sueldo, se elimine el de "miles de asesores que pueblan las nóminas de las diferentes administraciones públicas”. Empezando, quizás, por los asesores del propio Presidente.

Pese a todo, hay que reconocer que estamos pagando errores que cometieron otros y necesario será apretarse el cinturón para achicar las aguazas negras del déficit, aunque la pudrición de las aguas sea debida a falta de previsión, gasto alegre y mal gobierno.

sábado, 1 de mayo de 2010

Los fallos de la pulserita

Falla la pulsera

Antonio García Velasco

Ahora se plantean si es timo o milagro el asunto ese de llevar una pulserita de plástico o silicona con hologramas. Desde el Gobierno se intentan poner pulseritas y más pulseritas que, si no curan realmente, al menos se espera que tengan un efecto placebo en esta sociedad nuestra de cada día.

La pulsera que lleva puesta la muñeca del Gobierno despide hologramas de todos los colorines posibles, pero raramente consiguen el milagro de deslumbrar a todo el personal. Mucho menos nos hace dormir mejor, nos equilibra –y menos la balanza de pagos-, nos mitiga el malestar del vértigo que producen casi cinco millones de parados, o hace que disminuyan nuestro dolores musculares. Los hechos nos hacen pensar en el fiasco de las pulseras con las que el Gobiernos trata de mejorar nuestra salud: ni la memoria histórica con su mapa de fosas de la guerra y postguerra civil, ni las manifestaciones pro superjuez juzgado por presuntas corruptelas o atribuciones que no le correspondían, ni los Gürtel de la oposición o del propio partido, ni el echarle la culpa al otro o a la situación internacional… nada, los hologramas de la pulserita no funcionan como se esperaba.

Naturalmente la pulsera tiene sus partidarios, se la ponen y ni para dormir se la quitan, ni siguiera para presidir consejos de consejeros.

Facua considera que la publicidad de la empresa que vende la pulsera es engañosa y vulnera un real decreto de 1996 sobre promoción comercial de productos con pretendida finalidad sanitaria. Pero el Gobierno sigue empañado en deslumbrarnos con su holografía y que todos experimentemos el efecto benefactor de una economía que oficialmente crece y realmente produce cada vez mayores dolores familiares. Los que no tenemos la pulsera vamos a tener que adquirirla para contagiarnos del optimismo oficial, para verlo todo con la sonrisa del que vive en el limbo mientras el mismo paraíso se va deteriorando, porque el ángel de la espada hace tiempo que arrojó a las tinieblas exteriores a los habitantes del supuesto edén.

Decían en mi pueblo que aquel que se enamora de la mujer del teatro, es como quien tiene hambre y le dan bicarbonato. Colocarse la pulsera y pensar que todo va bien encaminado es tomar bicarbonato cuando lo que realmente necesitamos es empleo para las 4.612.700 personas en paro.